
Pensando más allá del pozo: El suministro de agua potable comienza con cuencas hidrológicas saludables
Colaboradores: Brett Gleitsmann (Conrad N. Hilton Foundation) y Jason Lopez (Millenium Water Alliance)
El acceso al agua no empieza en la llave, sino en el paisaje. Para que el agua fluya de forma segura y constante hacia comunidades que la necesitan, es fundamental proteger las fuentes que la hacen posible. Sin embargo, la degradación ambiental y el cambio climático están alterando los ecosistemas que regulan el ciclo del agua, poniendo en riesgo la sostenibilidad de los sistemas de abastecimiento. Este artículo explora por qué cuidar las cuencas hidrológicas es clave para lograr un acceso equitativo, seguro y duradero al agua, y cómo avanzar hacia soluciones integradas que vinculen la naturaleza con el bienestar de las personas.
Ampliar el acceso al agua en comunidades marginadas, mientras se protege y asegura el funcionamiento de las fuentes ya existentes, es una tarea ineludible del desarrollo actual. Sin embargo, la falta de fiabilidad y gestión del suministro de agua, impulsada por el deterioro de las condiciones ambientales y climáticas, amenaza nuestra capacidad para lograrlo. La seguridad hídrica depende cada vez más de considerar el agua en su contexto hidrológico y de gobernanza más amplio, desde la protección de las fuentes en la cuenca alta hasta la gestión después de la captación del sistema, es decir, en la cuenca baja.
El estrés y la inseguridad hídrica están aumentando a nivel mundial. Muchos países se ven obligados a afrontar los desafíos hídricos en múltiples frentes, como la creciente escasez de agua, sequías más frecuentes, el agravamiento de las inundaciones y temperaturas récord . El acceso universal a los servicios de agua y saneamiento también sigue siendo inalcanzable, especialmente en los países de bajos ingresos, donde la pobreza y la vulnerabilidad son más agudas.
Una de cada tres personas —más de 2.200 millones— aún no tiene acceso a agua potable , mientras que más de la mitad de la población mundial carece de servicios de saneamiento adecuados. Las comunidades rurales se encuentran rezagadas respecto a las urbanas, y muchas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año, un peligro que se prevé que aumente exponencialmente de aquí a 2050. Al mismo tiempo, las sequías han aumentado un 29 % desde el año 2000 y las inundaciones un 134 %, llegando incluso a dañar infraestructuras hídricas vitales.
Cuando los caudales de agua son estables y constantes, los manantiales de agua dulce y los puntos de agua comunales son fuentes vitales esenciales, especialmente en áreas y regiones de difícil acceso donde la lluvia es altamente estacional o crónicamente escasa. Sin embargo, muchos manantiales, pozos y perforaciones tienen reducidos rendimientos, lo que ha disminuido sus volúmenes y bajado la funcionalidad. Los puntos y sistemas de agua en los que antes se podía confiar ahora fallan. En algunas partes del África subsahariana, hasta el 70% de los sistemas de agua rurales han dejado de funcionar total o intermitentemente. Aunque a menudo se debe a una deficiencia en la construcción, u operación y mantenimiento, la situación está agravada por los creciente número de fuentes de agua que se secan. Cuando esto ocurre, las personas se ven obligadas a depender de fuentes desprotegidas, con graves consecuencias para la salud y el bienestar, especialmente para los niños.
La continuidad del agua, -conocida como sostenibilidad de las fuentes de agua-, es un problema cada vez más urgente, pero al que se le ha prestado poca atención, especialmente en el sector del Agua, Saneamiento y la Higiene (WASH). Mientras se desarrollan nuevas fuentes de agua, las mismas fuentes que alimentan nuestros sistemas de abastecimiento se degradan o agotan cada vez más. Y sin estos suministros en origen, no hay acceso seguro.
Para contrarrestar esta inminente crisis del agua es necesario proteger el agua en su lugar de origen, gestionar mejor los riesgos relacionados con el agua y garantizar que haya suficiente agua para las necesidades humanas, así como para fines económicos y ecológicos.
Hidrología interrumpida
En la narrativa predominante, el acceso al agua se ve obstaculizado por una mala gestión, la falta de financiamiento y, más recientemente, el cambio climático. En otras palabras, las deficiencias sistémicas y el financiamiento insuficiente de los servicios de agua, junto con un clima más errático y extremo, y el aumento de la población y la producción —que impulsan la sobreexplotación y la competencia con el agua de uso doméstico—, son factores que limitan su prestación. Sin embargo, aunque existen múltiples factores que dificultan el acceso y la provisión de servicios de agua, con frecuencia se pasa por alto un problema de fondo que afecta de manera decisiva la sostenibilidad de las fuentes hídricas: la degradación del entorno natural.
La creciente presión humana sobre los ecosistemas y paisajes genera fluctuaciones climáticas y altera los procesos eco-hidrológicos que sustentan fuentes de agua limpias y fiables. El aumento de las temperaturas eleva las tasas de evaporación y modifica los patrones de lluvia. En muchos lugares, esto provoca precipitaciones más irregulares y excepcionalmente bajas, lo que a su vez extiende los períodos de sequía, mientras que en otros lugares provoca precipitaciones más intensas que ocasionan diluvios.
Además, la vegetación desempeña un papel fundamental en la interacción de la lluvia con el paisaje para generar y reponer las fuentes de agua. Los bosques, por ejemplo, liberan agua a la atmósfera y mejoran la capacidad de filtración del suelo.
Pero la actividad humana está erosionando la cubierta vegetal de la Tierra, perjudicando enormemente el ciclo natural del agua. Los cambios en la cobertura y el uso del suelo están afectando el almacenamiento, la circulación y la pureza del agua. La deforestación, la conversión de pastizales en cultivos, la agricultura y la ganadería intensivas, y la rápida urbanización contribuyen al problema.
Como resultado, los caudales hídricos a nivel mundial se están alterando. Tanto es así que los ríos han experimentado un rápido declive y más del 50% de las cuencas hidrológicas mundiales presentan ahora desviaciones de las condiciones normales, y la mayoría presenta condiciones más secas.
La amenaza a los servicios de agua, que incluye los puntos, sistemas y redes que suministran agua a la población, es significativa, y las consecuencias pueden ser graves. Entre estas se encuentran el aumento de los costos asociados con la perforación de pozos cada vez más profundos o con el reemplazo de infraestructuras deterioradas.

A pesar de ello, el sector WASH no ha considerado suficientemente los sistemas naturales más amplios —la hidrología, las cuencas hidrológicas y las fuentes de agua— que sustentan el suministro de agua, priorizando, en cambio, las soluciones infraestructurales y técnicas (principalmente la extracción, el almacenamiento, la distribución y el tratamiento del agua). Sin embargo, el problema ya no es solo tecnológico, financiero, ni climático. Ya no podemos asumir que excavar y perforar producirá agua. Los cambios ambientales y climáticos obstaculizan el buen funcionamiento de las funciones hidrológicas, lo que genera cada vez más desafíos para la prestación de servicios de agua.
Profundizando: Cómo la degradación ambiental afecta el suministro de agua y debilita la prestación de servicios
Pero ¿cómo, exactamente, la degradación ambiental —especialmente la degradación de las cuencas hidrológicas— afecta el suministro de agua y reduce los niveles de servicio?
Una cuenca hidrográfica (o cuenca de captación, según su tamaño) es un área de tierra que drena hacia la misma masa de agua. Es un sistema interconectado: las cuencas hidrológicas almacenan, transportan y liberan agua mediante sus características geológicas e hidrológicas, conectando así profundamente las fuentes y suministros de agua con las condiciones ecológicas y el terreno.
Cuando las cuencas hidrológicas están sanas, brindan muchos servicios valiosos que a menudo damos por fijo, como agua limpia, suelos fértiles, control de la erosión, protección contra inundaciones y transporte de nutrientes. Las cuencas también mantienen buenas propiedades físicas y químicas del agua. Aspectos clave de una cuenca hidrográfica sana incluyen cabeceras intactas y una buena cobertura vegetal.
Pero cuando el entorno físico de un paisaje se altera, la ecología de una cuenca hidrológica cambia, lo que afecta el flujo y reflujo del agua y el buen funcionamiento hidrológico. Las tierras degradadas se caracterizan por suelos estériles que reducen la absorción de agua y causan mayor erosión, escorrentía y sedimentación, factores que pueden perjudicar significativamente el suministro y las condiciones de aguas abajo. Las aguas superficiales y subterráneas poco profundas -a menudo fuentes clave de agua para uso doméstico- son particularmente vulnerables.
Estas dinámicas impactan los tres aspectos críticos del agua: cantidad, calidad y regulación del caudal:
1) Cantidad de agua (disponibilidad)
Los paisajes ayudan a controlar el ciclo del agua, es decir, determinan qué sucede con la lluvia cuando cae sobre la tierra. En condiciones naturales, parte del agua de lluvia se escurre por la superficie terrestre, mientras que la mayor parte penetra y humedece el suelo. Luego, continúa descendiendo por gravedad bajo el suelo mediante los procesos de infiltración y percolación. El agua de lluvia se almacena finalmente bajo tierra en acuíferos. Por último, parte del agua reemerge a la superficie, descargándose a través de filtraciones, manantiales y arroyos. Las aguas superficiales y subterráneas se reabastecen con esta lluvia y su escorrentía.

La infiltración y la percolación dependen de la cantidad, duración e intensidad de las precipitaciones, así como de las características físicas del terreno. Las cuencas hidrológicas con vegetación protegen las capas superficiales del suelo, gestionan mejor las precipitaciones y ayudan a garantizar un suministro constante de agua durante todo el año. De hecho, más de dos tercios del agua potable mundial provienen de cuencas hidrológicas con bosques.
Sin embargo, a medida que los paisajes se despojan de vegetación, estos procesos se debilitan: los suelos se vuelven inestables e incapaces de absorber la lluvia, incluso la suficiente. Esto provoca que la lluvia se desborde, generando erosión y escorrentía excesiva a su paso. La escorrentía, si bien es importante para las funciones de reposición, se ve intensificada por superficies impermeables e, irónicamente, incluso demasiada lluvia en poco tiempo sobre una zona degradada puede impedir la infiltración. En consecuencia, se reduce el área donde se produce la infiltración natural, lo que reduce la cantidad de lluvia que se filtra bajo tierra. Como resultado, los acuíferos no se recargan, los caudales de los ríos disminuyen y los niveles freáticos descienden. Esto provoca que la producción de agua en manantiales, pozos y perforaciones se reduzca o se detenga, lo que dificulta los niveles de servicio.
2) Calidad del agua
Los árboles y la cubierta vegetal también son importantes para la calidad del agua. La erosión de las tierras contribuye a la formación de sedimentos que se desprenden de los suelos y se mezclan con la escorrentía. Parte de la sedimentación es muy natural, pero el exceso de sedimentos puede dañar significativamente el agua ambiental. Los sedimentos recogen contaminantes y otras impurezas, incluidos nutrientes de fertilizantes, pesticidas, microbios de desechos y metales de la actividad industrial. La escorrentía de las tierras agrícolas irrigadas, por ejemplo, puede transportar nitrógeno y fósforo, lo que eventualmente puede conducir al agotamiento del oxígeno, zonas muertas y floraciones de algas nocivas en los cuerpos de agua. Dichas impurezas, junto con el aumento de la turbidez, dan como resultado agua más sucia y mayores costos de tratamiento. La degradación de la tierra y las cuencas hidrológicas
ya ha afectado el agua potable para más de 700 millones de personas, lo que le cuesta a las ciudades de todo el mundo $ 5.4 mil millones cada año en tratamiento. Por lo tanto, las malas prácticas de gestión de la tierra pueden descomponer los suelos en el sitio y empeorar la carga de contaminantes río abajo.
En contraste, los ecosistemas naturales como bosques, pastizales y humedales actúan como importantes barreras contra la sedimentación. Las raíces fuertes anclan el suelo al terreno, mientras que la vegetación absorbe los sedimentos, reduciendo la cantidad que, de otro modo, llegaría a arroyos, ríos y lagos. Estos ecosistemas también filtran los contaminantes y los eliminan del agua. Las barreras vegetales ayudan a proteger a las personas y las infraestructuras de los peligrosos desbordamientos y reducen la entrada de residuos en las cuencas hidrológicas. Esto puede reducir costos y mejorar la pureza del agua, con beneficios para el bienestar de los hogares.
Por supuesto, la calidad del agua también se ve afectada por otros factores: residuos municipales y aguas residuales, tratamiento y eliminación inadecuados de aguas residuales industriales, prácticas de saneamiento e higiene inadecuadas, etc. Pero es importante comprender también cómo la degradación ambiental a través del transporte de sedimentos afecta la calidad del agua.
3) Flujo de agua (regulación)
Por último, los paisajes también ayudan a regular los flujos de agua al controlar cómo y con qué rapidez se captura y libera el agua de lluvia. Los paisajes actúan como esponjas naturales: el dosel y las raíces de los árboles ralentizan las fuertes lluvias, lo que permite que avancen de forma más gradual. La vegetación ayuda a compactar los suelos, frenando el exceso de aguas pluviales y controlando mejor cómo se mueve el agua a través de un paisaje. Los árboles a lo largo de las zonas ribereñas (a bordes del agua), por ejemplo, pueden reducir el potencial y la gravedad de las crecidas. Al hacerlo, reducen el impulso del agua y, con él, el riesgo de inundaciones . En cambio, cuando los suelos están secos, se intensifican los efectos perjudiciales de la escorrentía. Las inundaciones repentinas pueden dañar directamente la infraestructura de agua y saneamiento, a la vez que propagan enfermedades y amenazan los medios de subsistencia y vida.
Además, a medida que el exceso de escorrentía desplaza el agua cargada de sedimentos río abajo, se depositan progresivamente capas de sedimentos en el lecho de los embalses. Estos sedimentos pueden impedir el flujo fluido del agua, causar desgaste y obstruir los canales. La rápida acumulación de sedimentos puede reducir la capacidad de almacenamiento y la vida útil de las estructuras hidráulicas, lo que afecta gravemente el suministro de agua potable, el riego y la producción hidroeléctrica. De hecho, la deposición de sedimentos está incrementando la necesidad de dragar embalses y afectando la seguridad de las presas en todo el mundo, un riesgo que aumenta con el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.
3) Flujo de agua (regulación)
Por último, los paisajes también ayudan a regular los flujos de agua al controlar cómo y con qué rapidez se captura y libera el agua de lluvia. Los paisajes actúan como esponjas naturales: el dosel y las raíces de los árboles ralentizan las fuertes lluvias, lo que permite que avancen de forma más gradual. La vegetación ayuda a compactar los suelos, frenando el exceso de aguas pluviales y controlando mejor cómo se mueve el agua a través de un paisaje. Los árboles a lo largo de las zonas ribereñas (a bordes del agua), por ejemplo, pueden reducir el potencial y la gravedad de las crecidas. Al hacerlo, reducen el impulso del agua y, con él, el riesgo de inundaciones . En cambio, cuando los suelos están secos, se intensifican los efectos perjudiciales de la escorrentía. Las inundaciones repentinas pueden dañar directamente la infraestructura de agua y saneamiento, a la vez que propagan enfermedades y amenazan los medios de subsistencia y vida.
Además, a medida que el exceso de escorrentía desplaza el agua cargada de sedimentos río abajo, se depositan progresivamente capas de sedimentos en el lecho de los embalses. Estos sedimentos pueden impedir el flujo fluido del agua, causar desgaste y obstruir los canales. La rápida acumulación de sedimentos puede reducir la capacidad de almacenamiento y la vida útil de las estructuras hidráulicas, lo que afecta gravemente el suministro de agua potable, el riego y la producción hidroeléctrica. De hecho, la deposición de sedimentos está incrementando la necesidad de dragar embalses y afectando la seguridad de las presas en todo el mundo, un riesgo que aumenta con el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.
El avance de la seguridad hídrica requiere un pensamiento más holístico
Aunque la situación parece desesperada, hay soluciones.
Afrontar los desafíos hídricos actuales exige pensar más allá de las intervenciones tradicionales en infraestructura hídrica y considerar cómo el cambio climático y la degradación ambiental impactan las fuentes de agua, con una visión de continuidad a largo plazo. Esto justifica preguntarse: ¿De dónde proviene el agua para el acceso a WASH? ¿Cuáles son los riesgos para esa fuente de agua?
Los servicios de agua potable dependen de la disponibilidad y la fiabilidad de agua de buena calidad. Diversos factores intervienen, como los determinantes mecánicos, el financiamiento y los elementos sociales, pero también la geografía y la hidrología. En primer lugar, los servicios de agua dependen de la disponibilidad de agua dulce y de las condiciones de la cuenca hidrográfica donde se encuentran. La pérdida de hábitats naturales y el deterioro de los paisajes están socavando los esfuerzos de WASH, con importantes implicaciones para el sector. Los costos aumentan y la incertidumbre crece. No obstante, sigue siendo difícil priorizar la gestión de los recursos hídricos (WRM) y la agenda de conservación ambiental como aspectos importantes de la prestación de servicios de agua.
Las cuencas hidrológicas saludables ayudan a mantener suministros estables de agua dulce y a contrarrestar las crisis relacionadas con el agua. Una mejor gestión y rehabilitación de los paisajes puede ayudar a preservar las fuentes de agua y eliminar los factores de estrés, manteniendo o recuperando al mismo tiempo las buenas funciones de las cuencas hidrológicas. Este enfoque restaurativo, conocido como gestión de cuencas hidrológicas, restauración del paisaje o términos similares, implica la implementación de una serie de medidas sostenibles de conservación de la tierra, los bosques, el suelo y el agua para revegetar un sitio degradado y recuperar la salud del suelo. Muchas medidas se basan en la naturaleza, lo que las hace menos costosas que la infraestructura construida, y la mayoría refleja acciones para recolectar y ralentizar el agua de lluvia al tiempo que se estabilizan los suelos. Esto incluye la plantación de árboles y pastos, la construcción de terrazas en tierras de cultivo y laderas, y la adopción de prácticas agrícolas y de pastoreo más sostenibles (respetuosas con el suelo), como la labranza cero, los cultivos de cobertura y la agrosilvicultura.

Ya sea en zonas de cultivo o montañosas, en entornos urbanos o a lo largo de cauces fluviales, la idea es aplicar medidas que ayuden a reducir la erosión, la escorrentía y la sedimentación. Esto puede contribuir a restaurar la hidrología local y a conservar agua más limpia en la cuenca hidrográfica más amplia. En comunidades de todo el mundo, este tipo de proyectos han demostrado ser eficaces:
- En el estado indio de Uttarakhand, por ejemplo, las iniciativas comunitarias de restauración de manantiales ayudaron a revitalizar 600 manantiales de agua dulce de montaña, fuentes clave de agua potable para la comunidad. La excavación de zanjas de contorno, pozos de percolación y estanques ayudó a frenar la escorrentía, canalizar el agua de lluvia hacia el suelo y rellenar los manantiales naturales.
- En el distrito de Kamwenge, en Uganda, los humedales degradados fueron restaurados a su estado original, lo que ayudó a aumentar la capacidad de retención e infiltración de agua de los suelos y recargó las reservas locales de agua subterránea.
- En Pembamoto, Tanzania, los agricultores excavaron terraplenes en forma de medialuna para captar el agua de lluvia, restaurando así los suelos, revitalizando el paisaje y deteniendo las inundaciones. Esta práctica también es común en el Sahel de África Occidental como estrategia para la retención de agua en zonas áridas. A medida que la tierra se regenera, la humedad del suelo local mejora y los cultivos resisten mejor la sequía. Imágenes satelitales han revelado mejoras en la cobertura vegetal con el tiempo.
Además de generar beneficios hídricos, estas intervenciones ofrecen beneficios adicionales, como el aumento de la productividad agrícola, la protección de la biodiversidad y la captura de carbono. A medida que los árboles crecen y se recupera la fertilidad del suelo, las comunidades pueden beneficiarse de una mayor producción agrícola, fruta y forraje locales, e ingresos familiares, lo que crea los incentivos necesarios para seguir invirtiendo en la salud de las cuencas hidrológicas.
Se ha demostrado que la gestión sostenible de tierras y cuencas hidrológicas impulsa la seguridad hídrica y alimentaria, sustenta las operaciones comerciales, crea empleo y reduce la pobreza, con un impacto positivo en los medios de vida, la naturaleza y la resiliencia climática. Además, al proporcionar agua más abundante, limpia y oportuna, cabe esperar mejoras en el saneamiento y la salud.
Prácticas de gestión sostenible de cuencas hidrológicas y sus beneficios hídricos | ||||
---|---|---|---|---|
Beneficio | Cantidad de agua | Calidad del agua | Flujo regulado | |
Objetivos | Reducir la escorrentía / erosión; mejorar la humedad y la infiltración del suelo; aumentar el suministro | Reducir la sedimentación; filtrar contaminantes; reducir contaminantes | Prevención de inundaciones y deslizamientos de tierra; protección de hábitats e infraestructuras | |
Intervenciones | Plantación de árboles (reforestación, forestación) | ✓ | ✓ | ✓ |
Revegetación (franjas de pasto / amortiguación / filtro, siembra directa, restauración de riberas y orillas de arroyos) | ✓ | ✓ | ✓ | |
Conservación forestal | ✓ | ✓ | ✓ | |
Protección, rehabilitación o construcción de humedales | ✓ | ✓ | ✓ | |
Exclusiones de áreas (prevención del pastoreo excesivo) | ✓ | ✓ | ||
Diques (piedra, tierra) | ✓ | ✓ | ||
Terrazas | ✓ | |||
Presas de contención | ✓ | ✓ | ||
Zanjadora | ✓ | ✓ | ||
Pozos de percolación | ✓ | ✓ | ||
Cosecha de agua (captación de agua de lluvia, medialunas, contornos, etc.) | ✓ | ✓ | ||
Agricultura sostenible y regenerativa (por ejemplo, rotación de cultivos, siembra directa, cultivos intercalados, cultivos en hileras, agricultura en contorno, manejo integrado de plagas, pastoreo mejorado) | ✓ | ✓ | ✓ | |
Agroforestería (integración de árboles y cultivos) | ✓ | ✓ | ✓ | |
Silvopastoreo (integración de árboles y pastoreo) | ✓ | ✓ | ✓ | |
Actividades de saneamiento concurrentes | ✓ |
Por supuesto, las perforaciones, pozos y redes de tuberías no siempre se construyen ni gestionan adecuadamente. Esto puede causar graves problemas de fiabilidad y, en última instancia, de acceso, problemas que no pueden subestimarse. La operación y el mantenimiento deficientes reducen el rendimiento de los puntos de agua, lo que a menudo provoca fallos. La infraestructura, la ejecución técnica y el mantenimiento de capital siguen siendo aspectos fundamentales de la prestación del servicio de agua. Sin embargo, estos (los problemas de infraestructura) ya no son suficientes. En muchos lugares, las fuentes de agua conectadas a estas estructuras están sobrecargadas o agotadas. Esto se traduce en tasas de perforación infructuosas y una funcionalidad reducida, lo que lleva al creciente abandono de los sistemas de suministro de agua.
Incluso donde hay abundancia física de agua, una gobernanza ineficiente e inequitativa puede exacerbar la inseguridad hídrica.
Ha llegado el momento de pensar más allá del pozo y aguas arriba de un sistema hídrico, considerando el contexto más amplio de la cuenca hidrográfica. Las cuencas hidrológicas saludables deben considerarse elementos integrales de un sistema de abastecimiento de agua sostenible y resiliente. Esto implica prestar atención a la dinámica de las cuencas que ayudan a proporcionar, filtrar y regular el agua, planificar y prepararse para el cambio climático, y abordar los factores humanos que impulsan el riesgo hídrico y la degradación ecológica.
Afortunadamente, existe un creciente reconocimiento de la importancia de vincular mejor la conservación del agua dulce con el agua, el saneamiento y la higiene (WASH) mediante una mayor consideración de las cuestiones de gobernanza hídrica, la resiliencia climática y la salud ambiental. Las intervenciones en la protección de cuencas hidrológicas, junto con el desarrollo de sistemas de abastecimiento de agua más convencionales, también pueden contribuir a la preservación de las aguas superficiales y subterráneas para un uso beneficioso, lo que contribuye a salvaguardar dichas inversiones a lo largo del tiempo. Esto fortalece el contexto general del abastecimiento de agua y, por extensión, el contexto del agua, el saneamiento y la higiene (WASH) en general.
Al mismo tiempo, es vital mejorar las regulaciones, instituciones y capacidades de las autoridades y comunidades responsables de la gestión del agua. La operación y el mantenimiento, la reducción de fugas, la planificación de la seguridad hídrica y la prestación profesionalizada de servicios se han vuelto cada vez más urgentes ante la creciente incertidumbre hídrica. El agua también es un problema intersectorial que requiere diálogo, planificación e implementación en múltiples niveles. Los enfoques integrados de gestión de agua (IWRM) pueden permitir un enfoque más eficaz para la gestión del agua, ayudando a garantizar que los recursos se utilicen adecuadamente, respetando los límites ecológicos y el rendimiento sostenible, priorizando las necesidades de los hogares y mejorando el WASH y los medios de vida resilientes al clima. Promover soluciones específicas para el contexto también significa asegurar que los actores locales sean parte de la respuesta. Solo así podemos promover un cambio sistémico.
Estos son temas prioritarios de un proyecto en la subcuenca del Tana en Etiopía, liderado por WRI en colaboración con Millennium Water Alliance, WaterAid e instituciones gubernamentales locales, y financiado por la Fundación Conrad N. Hilton. Su premisa clave: la salud de las cuencas hidrológicas tiene un gran impacto en el suministro de agua y debe considerarse en la planificación y programación hídrica.
La gestión de agua (WRM) y el agua, saneamiento y la higiene (WASH) no pueden tener éxito de forma aislada. Las inversiones en acceso al agua deben tener en cuenta los factores ambientales y climáticos que afectan cada vez más la sostenibilidad de las fuentes. De no hacerlo, se socavarán los esfuerzos a largo plazo en WASH. Las soluciones a las deficiencias sistémicas se pueden encontrar en estrategias, alianzas y financiación que contribuyan a impulsar enfoques holísticos de "pensamiento sistémico" que abarquen desde la fuente hasta el grifo. Los actores de WASH deben superar los métodos convencionales e intensificar la programación para abordar la continuidad del agua y los problemas profundos relacionados con las fuentes de agua. Si se implementan correctamente, las intervenciones que integran la gestión de agua, el acceso al agua, a saneamiento y la adaptación climática pueden impulsar mejor la seguridad hídrica, junto con los objetivos ambientales, de bienestar y de subsistencia, forjando sistemas hídricos y comunidades más resilientes.
Este artículo fue publicado originalmente aquí: Safe Water Supplies Begin with Healthy Watersheds | World Resources Institute