WRI México destaca retos para las mujeres defensoras del territorio
- La violencia de género limita el acceso, el control y la toma de decisiones sobre los recursos naturales, afirmó Itzá Castañeda, Directora de Equidad de Género e Inclusión Social de WRI México.
- La tenencia de la tierra continúa definiendo la participación de las mujeres en la gobernanza ambiental, aun con marcos normativos más sólidos, señaló.
- La nueva NDC de México incorpora referencias a la violencia de género; el desafío es traducir esos compromisos en acciones que lleguen al territorio, subrayó.
Ciudad de México, diciembre de 2025. En el conversatorio “Mujeres que cuidan la vida: voces desde la biodiversidad”, especialistas de CONABIO, WRI México, la academia y redes internacionales vinculadas al Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) analizaron cómo las violencias de género y las violencias ambientales comparten raíces estructurales que condicionan la vida de las mujeres en los territorios y su participación en la conservación, la ciencia y la toma de decisiones.
El diálogo abrió con un diagnóstico sobre la relación entre género y territorio. Andrea Cruz Angón, Coordinadora de Estrategias y Políticas en Biodiversidad de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), expuso que las desigualdades que atraviesan a las mujeres en sus comunidades influyen directamente en la gestión del territorio y en la conservación. Describió riesgos adicionales para las defensoras ambientales y barreras que restringen su acceso a proyectos, recursos y procesos de toma de decisiones. Subrayó que reconocer y valorar los cuidados constituye un paso indispensable para transformar estas inequidades.
La discusión avanzó hacia los mecanismos que reproducen estas desigualdades. Itzá Castañeda, directora de Equidad de Género e Inclusión Social del Instituto de Recursos Mundiales (WRI México), explicó que la violencia de género funciona como síntoma y herramienta de estructuras que también determinan quién accede y quién decide sobre los recursos naturales. Señaló que la tenencia de la tierra continúa definiendo la participación de las mujeres en la gobernanza ambiental y advirtió que diversos crímenes ambientales incorporan violencia contra mujeres y niñas. Agregó que las defensoras enfrentan agresiones digitales, amenazas y hostigamiento que reducen su presencia en procesos comunitarios y, en casos graves, ponen en riesgo su vida. Reconoció avances recientes —como la incorporación explícita de la violencia de género en la nueva NDC de México— y sostuvo que el reto central consiste en traducir esos compromisos en acciones concretas en los territorios.
El análisis incorporó también el papel de las mujeres de pueblos originarios. Catalina Cruz Barajas, consultora independiente y académica vinculada a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, destacó su contribución a la producción de alimentos, al manejo de los ecosistemas y a la preservación de saberes. Explicó que continúan enfrentando brechas históricas en educación, acceso a la tierra, financiamiento y representación política. Señaló que las medidas de acción afirmativa han abierto nuevos espacios de participación, aunque persisten retos como la suplantación de identidad, la folclorización de su labor y la falta de reconocimiento al trabajo no remunerado.
Desde la perspectiva internacional, Amelia Arreguín Prado, Coordinadora del Caucus de Mujeres del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), planteó que la crisis ecológica refleja sistemas económicos y políticos que degradan tanto a la naturaleza como a quienes cuidan de ella. Explicó que gran parte del financiamiento global continúa impulsando actividades que deterioran los ecosistemas, mientras los recursos para conservación siguen siendo insuficientes y, con frecuencia, se gestionan sin perspectiva de género. Señaló que la degradación ambiental incrementa la carga de cuidados que recae sobre las mujeres y llamó a reimaginar las economías y las finanzas para la biodiversidad con un enfoque que priorice los cuidados, las salvaguardas y la vida en los territorios.
El cierre incorporó la mirada del trabajo científico en campo. Ángela Marlén Soto Calderón, especialista en monitoreo con especialidad en ornitología del Instituto de Ecología A.C. (INECOL), Xalapa, presentó datos que muestran que las mujeres enfrentan mayores niveles de inseguridad, discriminación y acoso durante actividades de monitoreo biológico. Señaló que estas condiciones afectan su participación, restringen su movilidad en el trabajo de campo y limitan la generación de datos científicos fundamentales para la conservación. Destacó la urgencia de transformar prácticas institucionales y comunitarias para garantizar la seguridad y la participación plena de las mujeres en actividades científicas.
El conversatorio reiteró la importancia de fortalecer políticas, programas y acciones que garanticen condiciones de seguridad, igualdad y participación plena de las mujeres en la gestión del territorio y la conservación de la biodiversidad. Las instituciones convocantes coincidieron en que atender las violencias estructurales y reconocer el papel de las mujeres en los ecosistemas resulta indispensable para avanzar hacia modelos de desarrollo ambientalmente sostenibles y socialmente justos.