Los bancos de desarrollo tienen un papel más importante que desempeñar en la protección de la naturaleza
La destrucción de la selva amazónica es una de las crisis ecológicas más urgentes del mundo. También es una crisis económica. El Amazonas es hogar de 40 millones de personas, la mayoría de las cuales depende del bosque para sus medios de vida. Además, sostiene la economía global: desde generar las lluvias esenciales para la agricultura y la seguridad hídrica, hasta proveer recursos medicinales, almacenar carbono y regular el clima.
No se trata solo del Amazonas: más de la mitad del PIB mundial depende en forma moderada o importante de la naturaleza. Pero hemos hecho crecer la economía de maneras que degradan los sistemas naturales de los que depende.
Detener y revertir la degradación de la naturaleza requerirá transformar los flujos financieros del mundo. Necesitamos eliminar el financiamiento que daña la naturaleza y aumentar de forma significativa el financiamiento para protegerla, restaurarla y gestionarla de manera sostenible.
Los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), que existen para apoyar el desarrollo de los países, llevan años trabajando en la agenda de la naturaleza y tienen un papel clave en esta transición. Una nueva investigación de WRI y NatureFinance ofrece una primera evaluación de cómo están apoyando a la naturaleza.
En concreto, la investigación analiza cómo los BMD están contribuyendo a las metas del Marco Global de la Biodiversidad, incluida su meta de movilizar 200.000 millones de dólares anuales para la naturaleza a 2030. Encontramos que los BMD asumen cada vez más su papel en el abordaje de la pérdida de naturaleza. Sin embargo, el progreso en integrar de forma sistemática la naturaleza en todas sus actividades sigue siendo desigual, lo que amenaza el avance hacia los 200.000 millones de dólares.
Para cumplir sus mandatos y promover el desarrollo sostenible, los BMD tendrán que avanzar más rápido en la incorporación transversal de la naturaleza en todas sus operaciones, o se arriesgan a socavar todo lo que han logrado hasta ahora.
¿Por qué los bancos multilaterales de desarrollo?
Los objetivos globales para conservar la naturaleza y revertir su declive están consagrados en el Marco Global de la Biodiversidad de 2022, que establece metas ambiciosas para proteger y restaurar ecosistemas y salvaguardar la biodiversidad para 2030.
A comienzos de 2025, la comunidad internacional acordó una estrategia de movilización de recursos para alcanzar las metas del Marco. La decisión hace un llamado específico a los BMD para ayudar a orientar a sus países clientes hacia economías más positivas para la naturaleza.
Qué significa “positiva para la naturaleza”
El término “nature positive” (positiva para la naturaleza) no aparece explícitamente en el Marco Global de la Biodiversidad, pero está surgiendo como un llamado de articulación orientado a resultados para agrupar acciones que aumenten la estabilidad y la provisión de servicios ecosistémicos. En 2023, los BMD anunciaron un conjunto de principios comunes para el seguimiento de las “inversiones positivas para la naturaleza”, definidas como “financiamiento que respalda [o habilita] acciones que protegen, restauran o mejoran el uso y la gestión sostenible de la naturaleza”, en línea con las metas del Marco Global de la Biodiversidad. Estos principios se actualizaron en la COP30 en 2025.
Los BMD ya interactúan con la naturaleza de maneras complejas, ya sea dependiendo de ella o impactándola. Por ejemplo, un préstamo para ampliar una operación agrícola puede depender de agua limpia filtrada por los bosques o de la polinización por abejas. Si desaparecen los bosques o las abejas, el proyecto (y el receptor del préstamo) se verán en problemas. Por otro lado, el apoyo para una nueva línea férrea o una autopista podría partir un hábitat en dos, aislando poblaciones y perturbando las migraciones. O bien, el proyecto podría diseñarse con pasos o cruces para la fauna que minimicen la alteración.
Los BMD también pueden realizar inversiones que fortalezcan al mismo tiempo los ecosistemas, las economías y las sociedades, por ejemplo, en restauración de paisajes, protección de humedales o reverdecimiento urbano, ayudando a impulsar las transformaciones previstas por el Marco Global de la Biodiversidad. Estas no son simples adiciones ambientales: son la infraestructura del desarrollo sostenible.
Incluso antes de que se finalizara el Marco Global de la Biodiversidad, los BMD reconocían la conexión entre naturaleza y desarrollo. El Grupo del Banco Mundial, por ejemplo, ha invertido en naturaleza durante décadas y es un referente global en salvaguardas contra impactos perjudiciales a la naturaleza en el financiamiento de proyectos.
La Declaración Conjunta sobre Naturaleza, Personas y Planeta de 2021 fue un reconocimiento sin precedentes, por parte de nueve BMD líderes, de que abordar la pérdida de naturaleza y el cambio climático está intrínsecamente ligado al cumplimiento de sus mandatos de desarrollo sostenible. Esto marcó una ampliación colectiva en los enfoques de los BMD hacia la naturaleza, pasando de buscar principalmente minimizar el daño ambiental potencial, a intentar de manera activa revertir los factores que impulsan la pérdida de naturaleza.
Ahora, los BMD deben traducir las palabras en acción. Tendrán que replantear cómo diseñan proyectos e invierten en nuevos negocios e infraestructura. También deberán, mediante intervenciones como la financiación basada en políticas y el fortalecimiento de capacidades, contribuir a sistemas financieros que asignen recursos y gestionen riesgos de formas que tengan en cuenta a la naturaleza.
El progreso en la incorporación transversal de la naturaleza en los BMD sigue siendo desigual
Nuestro análisis evaluó a los nueve principales BMD que firmaron la Declaración Conjunta de 2021. Examinamos cuatro elementos para evaluar qué tan bien estos bancos están incorporando la naturaleza en sus decisiones de financiamiento y operaciones: discurso; colaboración; programas y proyectos; y asignaciones financieras.
Discurso: los BMD se comprometen con la acción sobre la naturaleza, pero la mayoría no ha definido metas explícitas de financiamiento para la naturaleza.
Firmantes de la Declaración Conjunta de 2021 sobre Naturaleza, Personas y Planeta
Banco Asiático de Desarrollo, Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, Banco de Desarrollo del Caribe, Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, Banco Europeo de Inversiones, Banco Interamericano de Desarrollo y BID Invest, Banco Islámico de Desarrollo, y Grupo del Banco Mundial.
Los BMD son contribuyentes muy influyentes al discurso económico, tanto en los países en los que operan como en el escenario global. Su liderazgo de opinión, sus compromisos institucionales y sus publicaciones moldean la comprensión del papel de la naturaleza en el desarrollo económico, tanto en los sectores público como privado. También generan gran cantidad de datos que son analizados de cerca.
El discurso es además el primer paso para impulsar cambios en el mundo real. Un banco necesita definir una estrategia o un plan en torno a la naturaleza para asignar recursos de forma eficaz y eficiente.
Aunque estos nueve BMD firmaron la Declaración Conjunta sobre Naturaleza, Personas y Planeta, sus estrategias de alto nivel y sus discursos sobre naturaleza son muy dispares.
Lo más importante es que ninguno ha articulado estrategias específicas para apoyar a sus países clientes en el logro de la meta de financiamiento de 200.000 millones de dólares del Marco Global de la Biodiversidad. Mientras tanto, solo tres BMD hacen referencia directa al financiamiento para la naturaleza dentro de sus metas de financiamiento climático. Y solo uno, el Banco Interamericano de Desarrollo, ha definido una meta específica de financiamiento para la naturaleza.
Definir metas explícitas de financiamiento y trazar estrategias creíbles para alcanzarlas es crucial. Un siguiente paso importante es que los accionistas de los BMD se aseguren de que los bancos establezcan metas de financiamiento para la naturaleza que se alineen progresivamente con el objetivo de los 200.000 millones.
Las metas también requieren medición y reporte. A las instituciones financieras de todo tipo se les pide cada vez más que rastreen y divulguen sus impactos y riesgos en materia de sostenibilidad. Estas divulgaciones hacen que los mercados financieros internos sean más resilientes frente a la pérdida de naturaleza y pueden aumentar la confianza del sector privado a la hora de evaluar riesgos y oportunidades en inversiones relacionadas con la naturaleza. Se han desarrollado estándares reconocidos internacionalmente, como la Fuerza de Tarea sobre Divulgaciones Financieras relacionadas con la Naturaleza (TNFD, por sus siglas en inglés), para responder a este llamado.
Sin embargo, pocos de los BMD que analizamos utilizan divulgaciones estandarizadas relacionadas con la naturaleza a nivel de cartera, y ninguno sigue actualmente la guía de la TNFD. Esta situación se mantiene a pesar de que, en promedio, un tercio de los compromisos financieros de los BMD entre 2019 y 2023 se destinó a sectores con dependencias e impactos significativos relacionados con la naturaleza, según la TNFD. Los BMD deberían divulgar los riesgos relacionados con la naturaleza para garantizar transparencia y orientar el capital hacia resultados positivos para la naturaleza.
Colaboración: la falta de capacidad de personal sigue siendo una barrera importante, pero los marcos comunes pueden impulsar la implementación.
Por naturaleza, los BMD no trabajan solos. Sus proyectos se realizan siempre en consulta con los gobiernos de los países clientes en donde operan, y buscan activamente socios del sector privado cuyo capital adicional pueda ampliar la escala, el alcance y la sostenibilidad de los proyectos. Por lo tanto, las alianzas son un canal clave para que el liderazgo de los BMD en materia de naturaleza se traduzca en impacto.
Sin embargo, nuestra investigación encontró que los propios BMD aún necesitan una mayor capacidad de personal para entender y abordar los riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza en todas sus carteras.
En el corto plazo, los BMD deberían colaborar interna y externamente para aliviar este desafío. Ya están utilizando alianzas para superar las limitaciones de capacidad. Por ejemplo, al crear comunidades internas de práctica y reforzar la colaboración entre sus equipos ambientales y sectoriales. Los BMD también trabajan con organizaciones internacionales, centros de investigación y ONG para obtener experiencia técnica en el diseño de proyectos que incluyan la naturaleza. Por ejemplo, el Banco Africano de Desarrollo (AfDB) y sus socios lanzaron en 2021 la iniciativa Capital Natural para la Financiación del Desarrollo en África (NC4-ADF, por sus siglas en inglés) para integrar el capital natural en sus operaciones.
Los BMD también están colaborando entre sí. En 2023, el grupo de trabajo de BMD sobre naturaleza acordó principios comunes para el seguimiento de inversiones positivas para la naturaleza. En la cumbre climática de la ONU de 2025 (COP30), los BMD lanzaron principios y metodologías armonizadas, incluida una taxonomía común, para mejorar la transparencia y garantizar informes coherentes sobre cómo su financiamiento impacta la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
No obstante, la colaboración es solo parte de la solución. Con el tiempo, la alta dirección también tendrá que aumentar de manera significativa la capacidad.
Programas y proyectos: los BMD deben abordar los riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza de manera más integral en todas sus operaciones
Aunque algunos de los BMD analizados han logrado avances en materia de naturaleza, sus esfuerzos están muy fragmentados o se limitan a proyectos concretos. Esto no será suficiente. Incorporar transversalmente la naturaleza significa que los bancos deben integrar principios positivos para la naturaleza en todas sus operaciones y diseñar programas que vayan más allá de los límites tradicionales o nacionales.
Los distintos BMD enfrentarán desafíos diferentes al hacerlo. Por ejemplo, algunos operan con más intensidad en sectores que pueden tener impactos profundos en la naturaleza, como carreteras y ferrocarriles o gestión de residuos. Los países clientes también pueden mostrar mayor o menor interés en conservar la naturaleza. Encontramos que, en promedio, el 30 % de los compromisos financieros por banco entre 2019 y 2023 se dio en países con bajos niveles de protección de ecosistemas. Sin embargo, esta proporción varió desde apenas un 3 % en el caso del Banco Interamericano de Desarrollo hasta un 81 % para el Banco Asiático de Desarrollo. Los BMD tendrán que considerar estos riesgos y dirigir recursos para gestionarlos.
Una forma de hacerlo es generando evidencia sobre el valor de la naturaleza. Varios BMD apoyan enfoques de capital natural que rastrean la dependencia e impacto de la sociedad sobre la naturaleza a nivel nacional o corporativo. Por ejemplo, la iniciativa NC4-ADF del Banco Africano de Desarrollo busca integrar el capital natural en la financiación de infraestructura en África. Sin embargo, estos enfoques siguen estando desconectados de las operaciones centrales de los BMD y, por lo tanto, por ahora tienen un impacto limitado. Los BMD deberían incorporar de manera sistemática enfoques que reflejen mejor el valor de la naturaleza en los diálogos con los países y en las herramientas de diagnóstico que utilizan para evaluar economías y sectores. Una vez hayan generado evidencia sobre el valor económico y de desarrollo de la naturaleza, podrán compartirla con los líderes nacionales.
Si bien los BMD suelen operar a nivel de país, la naturaleza no reconoce fronteras nacionales. Otro principio positivo para la naturaleza que se debería adoptar institucionalmente es el de los enfoques transfronterizos que reflejen mejor el funcionamiento de los ecosistemas. Algunos BMD ya han hecho pruebas en este sentido. Es el caso de la Iniciativa Regional de Corredores Migratorios del Banco Asiático de Desarrollo, que busca invertir 3.000 millones de dólares en humedales biodiversos por los que transitan 600 especies de aves, incluida la cuchareta del Mekong, en peligro de extinción, a lo largo de diez países en la Ruta Migratoria Asia Oriental – Australasiana.
Financiamiento: los BMD están diseñando mecanismos innovadores para movilizar recursos para la naturaleza
Como bancos, el financiamiento está en el corazón de las operaciones de los BMD y de su potencial para ser positivos para la naturaleza. En 2022, los BMD y otras instituciones multilaterales representaron 5.700 millones de dólares (37 %) de los 15.400 millones de dólares totales de financiamiento internacional para la biodiversidad, un aumento notable frente a 2021, pero todavía insuficiente para cumplir las metas establecidas en el Marco Global de la Biodiversidad. Los datos disponibles desde 2015 muestran que tendrán que desempeñar un papel aún mayor en adelante.
Los BMD suelen involucrarse en proyectos e iniciativas grandes y complejos, más que en iniciativas locales de menor escala. Sus iniciativas emblemáticas suelen combinar distintos tipos de apoyo (incluida asistencia técnica e instrumentos financieros como préstamos, bonos o garantías) para ayudar a sus socios a superar las barreras a las inversiones en naturaleza. Estos socios pueden incluir agencias bilaterales, fondos multilaterales, instituciones financieras nacionales, entre otros.
La iniciativa Amazonia Forever del Banco Interamericano de Desarrollo, lanzada en 2023, es un buen ejemplo. Coordina ministerios, instituciones financieras nacionales y entidades subnacionales de la región amazónica, utilizando préstamos, financiamiento combinado y asistencia técnica para apoyar intervenciones específicas, por ejemplo, la creación de un fondo para reducir la presión sobre los bosques o la implementación de proyectos que restauren tierras degradadas.
Los BMD deberían seguir explorando mecanismos financieros innovadores que puedan movilizar financiamiento para la naturaleza y compartir las lecciones aprendidas en el camino.
Además de esto, los inversionistas necesitan productos financieros claros y previsibles. De lo contrario, seguirán siendo reacios a invertir en mecanismos novedosos que no tienen historial y que no pueden intercambiarse fácilmente en los mercados. Pero la estandarización sigue siendo un desafío recurrente para escalar las inversiones en naturaleza, debido a la complejidad inherente, la variabilidad y el carácter específico de contexto de los servicios ecosistémicos. Los BMD pueden ayudar estructurando productos que tengan sentido para los inversionistas y estén diseñados específicamente para respaldar servicios ecosistémicos.
En 2008, el Grupo del Banco Mundial emitió el primer bono verde, un instrumento que vinculaba explícitamente los recursos captados con proyectos ambientales. Para 2025, los bonos verdes habían alcanzado un mercado acumulado de 6 billones de dólares alineados con principios verdes, sociales, de sostenibilidad y de bonos vinculados a la sostenibilidad. Por ejemplo, el BID recaudó 100 millones de dólares para conservación en Barbados al apoyar instrumentos innovadores como los bonos verdes/azules. Y en 2021, desarrolló una Plataforma de Transparencia de Bonos Verdes para armonizar los reportes y aumentar la confianza de los inversionistas.
Aliados naturales para el desarrollo y la prosperidad del siglo XXI
Los BMD fueron diseñados para abordar los desafíos globales del siglo XX. Ahora, en respuesta a llamados de reforma, muchos de ellos están actualizando sus mandatos, misiones y carteras de préstamos para proteger lo que más importa para los medios de vida de las personas en este siglo: aire limpio, agua limpia y un planeta saludable.
Los BMD deben estar a la altura del desafío de aumentar el financiamiento en línea con las metas globales de biodiversidad y clima, para apoyar el desarrollo sostenible y el bienestar humano. Esto implica un mayor énfasis en planes estratégicos claros, la construcción de marcos comunes, la integración en la implementación de programas y proyectos, y la canalización de financiamiento.
Al alinear los flujos financieros con las metas globales para la naturaleza, los BMD pueden convertirse en arquitectos de una resiliencia económica de largo plazo: tratar a los ecosistemas como infraestructura central, apoyar a los gobiernos en la reforma de incentivos económicos y medir el éxito, en parte, por la entrega de resultados en materia de naturaleza y biodiversidad.