Este artículo tiene como objetivo describir una parte esencial de la economía de Bogotá: la localización de sus empresas. La intención es informar a investigadores, tomadores de decisión y público general sobre cómo se han organizado las empresas en el territorio y cuáles son las posibles implicaciones. Aterrizar a nivel territorial dimensiones típicas de la economía, como la ubicación y concentración de empleos, y así entender el contexto geográfico en el que las empresas operan, es clave para informar la toma de decisiones del sector público y privado, y poder capitalizar las oportunidades sociales, ambientales y económicas. Fomentar una distribución uniforme de la actividad económica para promover acceso equitativo a oportunidades de empleo es una difícil tarea de política pública. Los beneficios de competitividad asociados a la concentración de empresas, como la reducción de costos de operación y el intercambio de conocimientos, generan disyuntivas que deben ser resueltas. En este sentido, tanto el sector público como los ciudadanos cuentan con un rol central en el diseño y gestión de espacios públicos, movilidad y transporte público sostenible, entre otros más.

Durante los últimos 20 años, la ciudad de Bogotá ha tenido un importante crecimiento poblacional. Buena parte de esta población se ha ubicado en zonas periféricas generando un fenómeno de expansión urbana hacia el costado sur y occidental del territorio. Esto, a su vez, ha ocasionado un proceso de conurbación con otras municipalidades, como Soacha, Funza y Mosquera (ver ilustración 1).

Ilustración 1. Evolución de crecimiento poblacional y huella urbana de Bogotá.

Ilustración 1. Evolución de crecimiento poblacional y huella urbana de Bogotá.
Fuente: Estudio de crecimiento y evolución de la Huella Urbana para Bogotá Región, 2019.

Dicha expansión física es, parcialmente, un reflejo del crecimiento económico de la ciudad. Hoy en día Bogotá contribuye con el 24,4% del producto interno bruto nacional, posicionándose como la primera ciudad en este indicador, seguida de los departamentos de Antioquia y Valle del Cauca. Además, durante los últimos 13 años, el número de empresas en las localidades de La Candelaria, Chapinero, Santafé y Usaquén con registro en la cámara de comercio de la ciudad de Bogotá ascendió de 11.570 a 28.445 (ver gráfico 1), lo que evidencia una dinámica empresarial positiva.

Gráfico 1: Registro de unidades económicas formales en las localidades de Chapinero, Candelaria, Santa fe y Usaquén.

Gráfico 1: Registro de unidades económicas formales en las localidades de Chapinero, Candelaria, Santa fe y Usaquén
Elaboración propia con base en información de la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico. 

El crecimiento inclusivo tanto económico como poblacional es un efecto deseado de los centros urbanos donde la concentración de empresas está relacionada, entre otros factores, con el acceso al empleo, al comercio, a la recreación y al transporte; dimensiones esenciales para la calidad de vida. Sin embargo, promover dicho crecimiento inclusivo representa desafíos de oferta equitativa de servicios, infraestructura y empleo.

Por ejemplo, hemos notado que en Bogotá el número de empresas de alta tecnología, como compañías de software y desarrollo de aplicaciones móviles por hectárea es 13 veces mayor en Chapinero, al costado centro-oriental de la ciudad, que en Bosa, al costado suroccidental. Por su parte, los negocios de baja tecnología como talleres de reparación de bicicletas o electrodomésticos se encuentran más dispersos por toda la ciudad. De hecho, la zona con el máximo número de establecimientos de baja tecnología por hectárea es Barrios Unidos con 1,61 establecimientos/ha, mientras que la zona con el menor número de establecimientos por hectárea es Torca con 0,012 establecimientos/ha (ver mapa 1). Esto se traduce en demandas diferenciadas para cada una de las zonas, con necesidades más urgentes en la periferia urbana.

Las decisiones de residencia de los ciudadanos se asocian con la diversa distribución de las empresas, sumado a la oferta de vivienda formal. Al final, estas distribuciones se traducen en la necesidad de un sistema de transporte público, la generación de vivienda asequible cercana a los centros de empleo y la producción de bienes y servicios que satisfagan la demanda de las personas y garanticen el derecho a la ciudad para todas y todos.

Mapa 1: # de industrias de alta tecnología por hectárea (izq.) y # Industrias de baja tecnología por hectárea (der.)

Mapa 1: # de industrias de alta tecnología por hectárea (izq.) y # Industrias de baja tecnología por hectárea (der.)
Elaboración propia con base en información de la SDDE

Dada la evidente expansión de la huella urbana y la aglomeración de empresas en Bogotá, WRI Colombia se dio a la tarea de profundizar en los patrones y oportunidades asociadas a la distribución espacial de la actividad económica. Para esto mapeamos las empresas formales activas en la cámara de comercio de Bogotá en el 20191 (ver mapa 2), año para el cual se presentaban los datos más actualizados.

Mapa 2: # de unidades económicas / ha

Mapa 2: # de unidades económicas / ha
Elaboración propia con base en información de la SDDE

Al analizar la información según el sector al que pertenece cada empresa (primario para la explotación de la tierra, secundario para la industria y terciario para los servicios), encontramos resultados muy interesantes. Por razones de claridad vamos a dejar de lado el sector primario, ya que el número de empresas no es representativo. Lo que destacamos es que las empresas del sector terciario, como restaurantes, hoteles y bancos presentan una densidad hasta 6 veces mayor que la del sector secundario, conformado por empresas de la industria textil o la producción de alimentos. Además, notamos que las empresas del sector secundario están ligeramente más dispersas en la ciudad comparadas con las empresas del sector terciario que están muy concentradas en pequeñas áreas.

En otras palabras, el mapa revela las zonas con mayor densidad de unidades de empleo formal, lo que potencialmente se traduce en menores barreras físicas para acceder a oportunidades laborales y a algunos servicios. En este sentido, la proximidad entre las unidades económicas representa beneficios como la facilidad logística y la disminución de costos para las empresas. Al final, por ello existen las economías de escala y las ciudades son un claro ejemplo de este fenómeno.

No obstante, hay otros efectos no tan positivos asociados a la concentración espacial, como la congestión vehicular, la contaminación del aire y la inequidad en el acceso a servicios. En particular, la forma en que las personas experimentan una ciudad está mediada por su acceso a servicios y oportunidades. De hecho, el acceso desigual a infraestructura esencial puede tener un impacto mucho mayor en la calidad de vida, las fuentes de sustento y el bienestar a largo plazo, que la diferencia de ingresos.

En el caso bogotano las personas de mayores ingresos son quienes residen en las áreas próximas a los centros de empleo. La identificación se realizó a través de los estratos como lo muestra el mapa 3. Allí se evidencia que las poblaciones con un menor nivel de ingreso enfrentan más barreras físicas para el acceso a zonas con mayor número de unidades económicas por hectárea, es decir, a las oportunidades laborales en la economía formal.

Para quienes viven cerca de las zonas con una mayor concentración de negocios (rojo intenso en el mapa 2), esto representa múltiples ventajas, como la reducción de gastos en transporte, menor tiempo de desplazamiento a sus trabajos, mayor número de oportunidades ofertadas y más opciones de movilidad disponibles para sus desplazamientos. Para quienes no viven cerca de dichas zonas, el hecho de desplazarse largas distancias implica un esfuerzo mayor. No sólo en los costos asociados a dicho desplazamiento, sino también en el aumento de tiempo en tráfico y la disminución de tiempos de ocio y descanso.

Mapa 3 Estratificación socioeconómica agregada a nivel manzana

Mapa 3 Estratificación socioeconómica agregada a nivel manzana
Elaboración propia con base en información de la Secretaría Distrital de Planeación.

Ahora bien, vale la pena reconocer las limitaciones inherentes a nuestro análisis, el cual se hizo a partir de una base de datos que no contempla establecimientos económicos informales. La ausencia de datos sobre esta dimensión puede afectar la comprensión completa de la dinámica económica urbana, ya que las actividades económicas informales constituyen el 32,3% de las personas ocupadas laboralmente en la ciudad, lo que a su vez influye en la estructura espacial urbana.

Este primer blog describe a grandes rasgos la distribución espacial de la economía urbana de Bogotá, únicamente la formal, es decir, aquella sobre la que se cuenta con registro en las bases de datos de las entidades públicas. Esta particular configuración espacial no es fortuita y se ha generado por factores como la habilitación de suelo para construcción, intervenciones en el espacio público, creación de equipamientos, entre muchas otros determinantes sociales, políticos y económicos. La identificación de estos patrones espaciales nos permite generar acciones que propendan por una distribución que optimice economías de aglomeración y acceso a oportunidades de empleo, como incentivos tributarios para las empresas o el mejoramiento de los entornos urbanos barriales. Esto nos permitirá mitigar las consecuencias negativas asociadas a la dimensión espacial de la inequidad.

Vale la pena explorar algunos de los factores que podrían incidir en la generación de nuevos negocios y consecuentemente en la creación de nuevos empleos, o en su defecto, en la redistribución espacial de los mismos. Para ello te invitamos a leer el Working Paper que el equipo de ciudades de WRI Colombia estará publicando en 2024.

A modo de cierre, consideramos importante el trabajo que el Ross Center de WRI lleva a cabo con Bogotá, con un enfoque a largo plazo y de análisis profundo en el que es fundamental el relacionamiento con varios actores. Agradecemos la colaboración del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y la Secretaría de Desarrollo Económico Distrital (SDDE), quienes nos brindaron la información necesaria para el análisis. Quisiéramos también resaltar el trabajo que el equipo de ciudades de WRI México ha hecho a través del Índice de Desigualdad Urbana (IDU) que han aplicado en distintos contextos y que fue la base para el análisis espacial en Bogotá.

Para concluir, es importante entender y recalcar que los fenómenos urbanos son de inminente complejidad, por lo cual no existen respuestas únicas y exclusivas a sus problemáticas. Las ciudades son territorios vivos y las soluciones a sus dificultades pueden ser tan creativas como nuestra imaginación lo permita.


(1) Este mapa muestra la densidad de las empresas, es decir, el número de empresas por hectárea que hay en cada una de las manzanas de la ciudad. Hay 2 elementos que podrían llamar la atención: (i) una gran manzana roja al costado occidental de la ciudad que corresponde al polígono del aeropuerto de la ciudad, un área en la que, por su naturaleza se concentran establecimientos comerciales y logísticos asociados al transporte de mercancía y personas. (ii) Un polígono de borde color verde que corresponde al área de influencia del proyectado Corredor Verde de la Carrera Séptima, un proyecto que incluía la extensión del sistema de transporte público masivo, el mejoramiento y el reverdecimiento del espacio público.

(2) En Colombia, los estratos son una clasificación socioeconómica que se utiliza para determinar el nivel de ingresos y el acceso a servicios públicos de los hogares. Los estratos van del 1 al 6, donde el estrato 1 corresponde a los hogares de menores ingresos y el estrato 6 a los de mayores ingresos. Esta clasificación se utiliza para fijar tarifas de servicios públicos como el agua, la electricidad y el gas, donde los estratos más bajos suelen pagar tarifas más bajas que los estratos más altos. Además, los estratos también se utilizan en la planificación urbana y en la distribución de subsidios y ayudas sociales.