5 acciones que los países pueden tomar este año para detener la pérdida de biodiversidad
La naturaleza está desapareciendo a un ritmo alarmante. En 2023, el mundo perdió el equivalente a 10 campos de fútbol de bosque tropical por minuto. Las poblaciones de fauna silvestre se han reducido en más del 70% en los últimos 50 años. Hoy en día, cerca de 1 millón de especies de plantas y animales están en riesgo de extinción, muchas de ellas en las próximas décadas.
Esta pérdida afecta a todas las personas en el planeta.
En primera línea, están 1.6 mil millones de personas, muchas entre las más pobres del mundo, que dependen de los bosques para su sustento. Miles de millones más dependen del océano y otros ecosistemas naturales para obtener alimentos, empleos y recursos. Aproximadamente la mitad del PIB mundial proviene de industrias que dependen de la naturaleza.
Al mismo tiempo, la pérdida de naturaleza está acelerando el cambio climático y dejando a las comunidades más expuestas a peligros como inundaciones y sequías.
En octubre, líderes de todo el mundo se reunirán en la 16ª Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad (COP16) en Cali, Colombia, para abordar estas amenazas crecientes. La pregunta clave en la COP16 es cómo los países cumplirán su compromiso de proteger al menos el 30% de la tierra y el agua del mundo y restaurar el 30% de los ecosistemas degradados para 2030, como acordaron en 2022 en el histórico Marco Global de Biodiversidad.
Se espera que los países presenten nuevos planes nacionales de biodiversidad en la COP16, detallando cómo cumplirán los objetivos del Marco. Para que estos planes tengan éxito, deben trazar un camino que proteja y restaure la naturaleza, al mismo tiempo que fortalezca las economías y asegure suficientes alimentos, agua y recursos para que todas las personas prosperen.
Señales de esperanza en medio de una crisis creciente
Algunos países han hecho avances importantes en la lucha contra la deforestación y la degradación de tierras en los últimos años, demostrando el poder de la voluntad política y la acción local.
Brasil, hogar de más del 60% de la selva amazónica, redujo la pérdida de sus bosques en un 36% en 2023 gracias a medidas más sólidas de protección forestal y la aplicación de la ley bajo el mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Colombia recortó su pérdida de bosque primario en casi 50% el mismo año. Más de 30 gobiernos africanos se han comprometido a restaurar 100 millones de hectáreas de tierras degradadas para 2030, un esfuerzo en el que miles de emprendedores locales y pequeños agricultores ya están trabajando.
Estos esfuerzos a menudo generan beneficios tanto para la naturaleza como para las personas y el clima. A través de la iniciativa Gran Muralla Azul, Seychelles y otros nueve países africanos están trabajando para conservar y restaurar ecosistemas costeros y marinos como manglares, praderas marinas y arrecifes de coral. La iniciativa busca crear millones de empleos "azules" vinculados a la economía oceánica y eliminar 100 millones de toneladas de dióxido de carbono para 2030, además de contribuir a los objetivos globales de biodiversidad.
Pero a pesar de estos ejemplos alentadores, las tendencias globales siguen yendo en la dirección equivocada. Una investigación de WRI estima que para 2050, un área de tierra casi el doble del tamaño de India se convertirá en tierras agrícolas, mientras que un área del tamaño de Estados Unidos continental podría ser convertida para satisfacer la creciente demanda de madera, lo que dejaría sin espacio a ecosistemas esenciales para proteger la biodiversidad, almacenar carbono y sostener medios de vida.
5 áreas clave para avanzar en la COP16
A medida que los países enfrentan demandas contrapuestas por tierras y recursos limitados, la COP16 ofrece una oportunidad para presentar planes más claros para abordar estos desafíos interconectados. Los líderes deberían enfocarse en impulsar el progreso en cinco áreas clave:
1) Presentar planes nacionales de biodiversidad sólidos y equitativos
Este año marca la primera conferencia sobre biodiversidad desde que los países adoptaron el Marco Global de Biodiversidad en la COP15 en 2022, comprometiéndose a "detener y revertir la pérdida de biodiversidad" mediante la conservación del 30% de la tierra y el agua y la restauración del 30% de todos los ecosistemas degradados para 2030 (conocidos como los objetivos "30x30").
¿Qué es la COP16?
La COP16 es la 16ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU. En cada "COP de biodiversidad", los países que se unieron al tratado se reúnen para avanzar en soluciones que protejan las especies y ecosistemas del mundo. Se realiza una conferencia separada de las Partes para negociar la acción internacional sobre el cambio climático. Conoce más sobre la COP del clima de este año (COP29) aquí.
Se espera que los países presenten Estrategias y Planes de Acción Nacionales de Biodiversidad (EPANB) antes de la COP16, detallando cómo contribuirán a estos objetivos. Hasta ahora, solo 9 países y la UE lo han hecho.
Para la COP16, todos los países deben actuar y presentar estrategias claras y ambiciosas. Si bien los planes de cada país serán únicos según su contexto, todos deben identificar áreas prioritarias para la protección y restauración, en línea con los objetivos 30x30. También deben vincular los esfuerzos nacionales de biodiversidad con los liderados por ciudades y estados; aumentar la colaboración con el sector privado; y abordar los incentivos y subsidios que impulsan el uso de tierras y recursos a corto plazo. Para que estos planes funcionen, las políticas de protección de la naturaleza también deben ayudar a crear nuevos empleos y economías locales más inclusivas.
Si bien todos los países deben hacer más para proteger la naturaleza y la biodiversidad, algunos tendrán un impacto desproporcionado en el mundo.
El Congo, la Amazonía y el sudeste asiático albergan el 80% de los bosques tropicales del mundo y dos tercios de su biodiversidad terrestre. Estos bosques son vitales no solo para las comunidades cercanas, sino para personas de todo el mundo, ya que estabilizan el clima, regulan las lluvias y apoyan los suministros alimentarios globales. Los países en estas áreas necesitan demostrar una ambición audaz, pero muchos son naciones en desarrollo que necesitarán apoyo de países más ricos para hacerlo.
2) Incorporar la naturaleza en las políticas sobre alimentos y agua
El sistema alimentario mundial es el mayor impulsor de la pérdida de biodiversidad, ya que la expansión agrícola devora rápidamente los paisajes naturales en todo el mundo.
A medida que la población mundial crece, los países deben trabajar para aumentar los suministros de alimentos sin convertir más bosques o tierras naturales en granjas. Esto requerirá aumentar considerablemente los rendimientos en las tierras agrícolas existentes, utilizando métodos agrícolas sostenibles como la rotación de cultivos y la agroforestería; reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos en toda la cadena de suministro; y, en los países de ingresos altos, cambiar de dietas ricas en carne a alimentos más basados en plantas.
La producción de alimentos también consume la mayor parte del agua utilizada por los humanos. Con una cuarta parte de la población mundial enfrentando ya niveles extremadamente altos de estrés hídrico, los países deben trabajar para gestionar el agua de manera más sostenible para que las tierras agrícolas sedientas no agraven la escasez de agua ni ejerzan presión sobre los ecosistemas.
Los países deben vincular las políticas de protección de la naturaleza con las políticas sobre sistemas alimentarios y seguridad hídrica, tanto en sus planes nacionales de biodiversidad, que deben entregarse antes de la COP16, como en sus compromisos nacionales de clima (NDCs), que se presentarán a principios de 2025.
Para los países en desarrollo con una creciente demanda de alimentos y economías dependientes de la agricultura, la protección de la tierra debe ser política y económicamente viable. Los países ricos y los bancos de desarrollo pueden comprometer financiamiento y apoyo técnico para ayudar a estas naciones a mejorar el desarrollo agrícola a cambio de proteger sus bosques tropicales y ecosistemas.
3) Proporcionar más financiamiento e incentivos para apoyar los objetivos de la naturaleza y biodiversidad
Actualmente, existe un déficit de 700 mil millones de dólares entre el financiamiento anual para la naturaleza y lo que se necesita para 2030 para proteger y restaurar los ecosistemas. Además, muchos de los ecosistemas más biodiversos del mundo —y los mayores sumideros de carbono— se encuentran en países en desarrollo que no podrán salvarlos sin mucho más apoyo financiero.
En el Marco Global de Biodiversidad, los países se comprometieron a eliminar o reasignar 500 mil millones de dólares en subsidios que perjudican a la naturaleza, como los subsidios a los combustibles fósiles. También prometieron movilizar 200 mil millones de dólares por año para la conservación y restauración de fuentes tanto públicas como privadas. De esto, los países desarrollados se comprometieron a aportar 20 mil millones de dólares anuales para los países en desarrollo para 2025, aumentando a 30 mil millones para 2030. Cumplir con estos compromisos será esencial para avanzar en la protección de la naturaleza y la biodiversidad.
Atraer más financiamiento del sector privado requerirá incentivos, que pueden provenir de políticas y regulaciones, así como de estrategias basadas en el mercado para hacer que las inversiones en la naturaleza sean más atractivas. Pero esto no debe sustituir el desvío de subsidios perjudiciales ni la entrega de financiamiento público internacional a los países que más lo necesitan.
4) Reconocer los derechos de las tierras y la autoridad de los pueblos indígenas y otras comunidades locales
Los pueblos indígenas y las comunidades locales son guardianes ambientales esenciales: administran alrededor de la mitad de las tierras del mundo, incluidas el 36% de sus selvas intactas —áreas críticas para la biodiversidad global. Investigaciones de WRI y otros muestran que las tierras administradas por pueblos indígenas tienen menores tasas de deforestación y son algunos de los almacenes de carbono más importantes del planeta. Sin embargo, pocas tierras tradicionales están legalmente reconocidas como propiedad de estas comunidades.
El Marco Global de Biodiversidad incluye numerosos llamados a reconocer los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales. En la COP16, la cuestión será cómo los gobiernos convertirán este lenguaje en política. Esto puede incluir asegurar la tenencia de tierras para los pueblos indígenas y comunidades locales; incluir sus voces y sistemas de conocimiento tradicional en las decisiones políticas; y proporcionar más financiamiento para empoderar a las comunidades como guardianes críticos de los recursos naturales, tal como se prometió en la conferencia climática de la ONU de 2021 (COP26).
También es fundamental que los países tomen medidas para abordar la violencia sistémica y la intimidación contra las comunidades locales que trabajan para proteger los ecosistemas. En 2023, 166 personas fueron asesinadas defendiendo tierras y el medio ambiente solo en América Latina —casi la mitad de ellas eran indígenas.
5) Medir y rastrear eficazmente el progreso hacia los objetivos globales
El monitoreo es fundamental para avanzar en los objetivos de la naturaleza y biodiversidad. El seguimiento transparente e independiente permite a la sociedad civil responsabilizar a los gobiernos y empresas. También puede ayudar a que agencias gubernamentales, comunidades locales y empresas comprendan qué está funcionando y qué no, permitiendo que adapten y mejoren continuamente sus enfoques de manejo de tierras.
El Marco Global de Biodiversidad incluyó un marco detallado de monitoreo para rastrear el progreso hacia sus objetivos. En la COP16, los países deben decidir cómo operacionalizar este marco de monitoreo, incluyendo qué indicadores se rastrearán y de dónde provendrán los datos.
Las negociaciones serán complejas, pero adoptar algunos principios clave para un monitoreo eficaz podría ayudar a proporcionar un camino a seguir. Específicamente, el monitoreo debe ser transparente, rentable a gran escala, flexible y de código abierto. El monitoreo independiente, como el que realiza Global Forest Watch para la deforestación, puede desempeñar un papel fundamental junto con los sistemas de monitoreo oficiales del gobierno para garantizar la rendición de cuentas.
El camino por delante
La crisis de biodiversidad no ocurrió de manera aislada; sus causas están inherentemente vinculadas a los desafíos climáticos y de desarrollo del mundo. Sus soluciones también lo están.
Las políticas para proteger la naturaleza solo tendrán éxito si todas las personas tienen acceso a los alimentos, el agua y otros recursos vitales que necesitan. Del mismo modo, el mundo no puede detener el cambio climático ni proteger a las personas de sus impactos sin detener la deforestación y restaurar ecosistemas críticos.
La COP16 es solo una parada en este camino. A lo largo del próximo año, los países tendrán numerosas oportunidades para unir estos temas, incluyendo la conferencia climática de la ONU en 2024 (COP29) en noviembre y cuando presenten nuevos compromisos climáticos nacionales a principios de 2025. En cada etapa, los líderes deben buscar un camino que beneficie a las personas, la naturaleza y el clima —juntos.