
Diseño vial seguro e inclusivo: recomendaciones clave para reducir la siniestralidad grave de motociclistas en ciudades de ingresos bajos y medios
El Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial plantea como meta para el año 2030 reducir en al menos la mitad los 1,19 millones de personas que fallecen en las vías del mundo. Para alcanzar este objetivo, es fundamental que los responsables de la formulación de políticas públicas, junto con autoridades locales, organizaciones de la sociedad civil y otros actores clave, adopten un enfoque integral centrado en la protección de los usuarios viales más vulnerables. Estos incluyen a peatones, ciclistas y motociclistas, quienes enfrentan un mayor riesgo de sufrir lesiones graves debido a su exposición directa al entorno vial.
En esta misma línea, el Centro Ross de WRI para Ciudades Sostenibles presentó su investigación “Seguridad de motociclistas e infraestructura de vías urbanas”. Allí se plantea, precisamente, la necesidad de fomentar un enfoque integral que incluya el diseño vial y la planificación de redes viales que incidan, de manera positiva, en la creación de entornos seguros para los motociclistas. El siguiente artículo resume los principales hallazgos de esta investigación basada en el análisis de datos de seis ciudades: Acra (Ghana), Bangkok (Tailandia), Bogotá (Colombia), Buenos Aires (Argentina), Cali (Colombia) y Nairobi (Kenia). Con esta información, se describe una fuerte relación entre infraestructura, entorno urbano y velocidad del tráfico en la seguridad de motociclistas. Para profundizar en los datos, el análisis y las recomendaciones técnicas, puede consultar el reporte completo disponible en el sitio del Centro Ross de WRI.
Con esta investigación, se pone a disposición información clave para fortalecer el conocimiento a nivel local y orientar decisiones de política pública, planificación urbana y diseño vial que contribuyan a reducir las muertes y lesiones graves relacionadas con el uso de motocicletas. Gracias a este tipo de instrumentos de información y análisis, es posible impulsar (con base en datos y evidencia) la construcción de sistemas de movilidad más seguros y equitativos, especialmente en lugares en donde se evidencia un crecimiento acelerado del parque de motocicletas, el cual se ve favorecido por su bajo costo, su versatilidad y sus ventajas en tiempos de viaje, al compararse con recorridos similares en otros modos individuales de transporte o en transporte público. En este contexto, comprender los factores que inciden en la seguridad vial de la población usuaria de este tipo de vehículo resulta fundamental para responder a una realidad urbana compleja y en expansión.

Hallazgos principales: la vulnerabilidad de motociclistas en entornos urbanos
Una de las principales conclusiones del reporte es que la velocidad del tráfico motorizado constituye el principal factor de riesgo en la siniestralidad vial urbana que afecta a los motociclistas, particularmente en países de ingresos bajos y medios. La evidencia muestra que, a mayor velocidad, mayor es el riesgo de lesiones y muertes, y este impacto es especialmente severo para quienes se movilizan en motocicleta, dada su alta exposición. A pesar de que las motocicletas representan una alternativa de movilidad accesible y económica —especialmente en contextos con transporte público limitado— su creciente uso ha venido acompañado de un aumento preocupante en el número de siniestros viales.
De acuerdo con los modelos estadísticos del estudio “Seguridad de motociclistas e infraestructura de vías urbanas” de WRI, un aumento de 10 km/h en la velocidad de los vehículos puede traducirse en un aumento de hasta 24% en las lesiones en vía y de hasta 31% en las víctimas mortales.
Este hallazgo es central: la velocidad no solo aumenta la gravedad de los siniestros, sino que también interactúa con otros factores urbanos (como el número de carriles, el diseño de las intersecciones, la presencia de separadores o el tipo de uso del suelo) generando entornos más o menos seguros para los motociclistas.
La figura siguiente resume estos hallazgos complementarios, todos ellos vinculados directa o indirectamente con la necesidad de gestionar de forma más efectiva la velocidad en los entornos urbanos.

En muchos contextos urbanos, la creciente presencia de motociclistas representa una oportunidad para repensar los sistemas de movilidad desde una perspectiva más inclusiva. Reconocerlos como actores legítimos del entorno vial, junto con otros usuarios como conductores de vehículos de cuatro ruedas, ciclistas y peatones, permite abordar los desafíos asociados de forma más integral, entendiendo que se trata de un fenómeno multidimensional que va más allá del transporte. En ese sentido, el reporte proporciona una serie de recomendaciones que se presentan a continuación y buscan ofrecer soluciones coordinadas desde el diseño urbano, la gestión de la velocidad, la equidad social y la seguridad vial.
Condiciones habilitantes y principios de implementación
El reporte destaca que el éxito de las intervenciones depende no solo de su diseño físico, sino también de las condiciones institucionales, normativas y culturales que las rodean. En este sentido, propone tres principios transversales para la implementación de las intervenciones descritas en el siguiente apartado:
- Cambios sistémicos: para abordar la seguridad de los motociclistas de manera efectiva, es necesario adoptar un enfoque integral basado en una visión de Sistema Seguro en seguridad vial, evitando intervenciones aisladas.
- Priorización de intervenciones: priorizar las áreas de intervención puede salvar más vidas al prevenir siniestros graves y disuadir comportamientos de riesgo en la vía. Este enfoque es particularmente importante en países de ingresos bajos y medios, donde los recursos son limitados pero la demanda de acciones de seguridad vial es alta.
- Análisis de datos y diseño basado en evidencia: las intervenciones deben basarse en un análisis de datos exhaustivo, hallazgos de auditorías e inspecciones de seguridad vial y diseños de infraestructura fundamentados en evidencia.
Además, vale la pena enfatizar en la importancia de contar con datos desagregados, evaluaciones de impacto previas y posteriores, y procesos de mejora continua que permitan ajustar las intervenciones a la realidad cambiante de cada ciudad.
Recomendaciones de diseño e intervención urbana para motociclistas
A partir del diagnóstico, el reporte propone un conjunto de recomendaciones de diseño urbano centradas en la reducción del riesgo para motociclistas. Estas recomendaciones se organizan en torno a cinco estrategias principales:
- Gestionar la velocidad de los vehículos es fundamental. La reducción de la velocidad de todos los actores de la vía disminuye la posibilidad de ocurrencia y la gravedad de los siniestros. El reporte recomienda la implementación de estrategias integrales de gestión de la velocidad, reevaluar o redefinir los límites de velocidad seguros, en función de la proporción de motociclistas y otros usuarios vulnerables de las vías.
- Considerar el impacto del uso del suelo en los conflictos viales. La dispersión geográfica de los puntos críticos de siniestralidad; la influencia del uso del suelo; el nivel de ingresos de los puntos de intervención y el desplazamiento de los puntos críticos de motociclistas son factores relevantes al momento de implementar medidas. Zonas comerciales, institucionales o de alta demanda generan más interacción entre actores viales, y por ello un mayor riesgo para motociclistas. De manera que el diseño debe anticipar estos conflictos y reducir riesgos, por ejemplo, a través de la ampliación de aceras o reducción del ancho de las calzadas.
- Mejorar el diseño y reducir la complejidad de las intersecciones. Las intersecciones están asociadas a un mayor riesgo de siniestros viales, especialmente para motociclistas. Por ello, simplificar su diseño contribuye significativamente a mejorar la seguridad. Intersecciones más compactas, con distancias de cruce reducidas al mínimo posible, señalización clara, jerarquías bien definidas y mayores medidas de control para garantizar el cumplimiento de los semáforos, permiten que los conductores reaccionen con mayor seguridad ante imprevistos. Estas medidas reducen los conflictos en tráfico y hacen que los errores humanos —inevitables para todos los usuarios viales— no se traduzcan en la pérdida de vidas humanas.
- Considerar elementos como el ancho de las vías, la apertura de separadores y las incorporaciones. El estudio demuestra que los separadores que dividen calzadas con el mismo sentido del tráfico se asocian a un aumento de lesiones en ciudades latinoamericanas, debido a que permiten incorporaciones y giros incontrolados a gran velocidad. En este contexto, evaluar y clasificar el uso real de la red vial es un paso fundamental para implementar velocidades seguras y reducir maniobras peligrosas. Esto implica rediseñar los separadores —acortando su ancho cuando sea posible— en función de criterios de urbanismo más seguros y eficientes, mejorar la visibilidad sobre la vía, y favorecer un entorno que minimice riesgos, especialmente para los motociclistas.
- Combinar acciones específicas para motociclistas con medidas para otras poblaciones usuarias de la vía. Los hallazgos revelan que las intervenciones para otro tipo de usuarios pueden resultar beneficiosas para la seguridad de los motociclistas. Por ejemplo, la presencia de estaciones de bus tipo BRT (Bus Rapid Transit), como el sistema Transmilenio en Bogotá o Metrobus en Ciudad de México, infraestructura bien iluminada, pavimentos seguros y señalización visible benefician a todos los actores vulnerables y refuerzan un enfoque de seguridad compartida.
Más allá de la intervención: medición e impacto esperado
La aplicación de estas recomendaciones no solo tiene el potencial de reducir significativamente la siniestralidad y mortalidad de motociclistas, sino que también contribuye a la construcción de ciudades más inclusivas y sostenibles. Desde una perspectiva de salud pública, las intervenciones pueden disminuir la carga sobre los sistemas hospitalarios y reducir las muertes evitables, muchas de las cuales afectan a personas de entre 15 y 44 años, según el reporte. En términos sociales, mejorar la seguridad vial de los motociclistas implica proteger a millones de personas usuarias que utilizan este medio para su desplazamiento diario en el sur global. No obstante, la medición de la efectividad y el impacto de las medidas implementadas es un paso clave hacia este propósito.

Fuente: WRI, a partir de los datos oficiales comunicados por cada ciudad.
Una vez implementadas las recomendaciones propuestas en el reporte por los organismos pertinentes, es fundamental contar con una medición rigurosa y representativa. Esto implicaría seleccionar una muestra adecuada de lugares con cantidades significativas de población usuaria de motocicletas, donde se pueda aplicar un seguimiento detallado a cada una de las variables que afectan la siniestralidad. Para este fin, pueden emplearse metodologías de evaluación de impacto como los estudios cuasi-experimentales, que permiten comparar áreas experimentales con áreas de control. La coordinación entre los evaluadores y las organizaciones que poseen fuentes de información será clave en este proceso. Entidades como las secretarías de movilidad distrital o municipal, junto con plataformas como el SIMIT, en el caso de Bogotá, pueden ofrecer datos relevantes sobre la siniestralidad asociada a vehículos motorizados de dos ruedas.
La evaluación rigurosa del impacto de las políticas públicas es especialmente relevante en contextos de países de ingresos medios y bajos, donde los recursos institucionales y financieros son limitados y las necesidades sociales son amplias. En estos entornos, es frecuente que los esfuerzos de monitoreo y evaluación se enfoquen en el nivel de resultado —por ejemplo, el número de intersecciones intervenidas—, sin que siempre sea posible avanzar hacia mediciones más complejas como las de efectividad (reducción de infracciones de tránsito) o de impacto (disminución efectiva de la siniestralidad o mortalidad de motociclistas). Dado que el enfoque principal del reporte es la reducción de siniestros que afectan a los motociclistas, se deben considerar las variables del estudio para medir con precisión, no solo el resultado, sino también el impacto de las intervenciones.
Así, este reporte de WRI plantea una visión transformadora de la seguridad vial urbana: una en la que las decisiones de diseño no solo protegen vidas, sino que reconocen a todos los actores del sistema de movilidad. En el centro de esta visión está la necesidad de dejar atrás enfoques que atribuyen toda la responsabilidad al usuario y avanzar hacia un modelo de sistema seguro, en el que el entorno físico compense los errores humanos y proteja a quienes más lo necesitan.
El desafío es ambicioso, pero alcanzable. Especialmente porque requiere reconocer que cada decisión de diseño urbano es también una decisión de desarrollo socioeconómico, salud pública y seguridad vial. Reducir la siniestralidad de motociclistas no es solo una meta técnica, sino una condición fundamental para garantizar el derecho a la movilidad segura, equitativa y sostenible para todas las personas usuarias de la vía.