Repensando los espacios públicos en Colombia desde la participación ciudadana y la naturaleza
Las ciudades del mundo están cada vez más expuestas a los impactos del cambio climático. Fenómenos como inundaciones, olas de calor, sequías, tormentas e incendios forestales afectan de forma directa la salud de las personas, las fuentes de ingreso y las infraestructuras que sostienen la vida urbana.
La experiencia reciente en lugares como el estado brasileño de Rio Grande del Sur, donde las inundaciones de 2024 causaron más de 180 muertes y enormes pérdidas materiales, es un recordatorio de la magnitud del reto. Las proyecciones climáticas indican que estos eventos extremos serán más frecuentes e intensos en el mediano y largo plazo, por lo que es urgente transformar la manera en que se planifican y gestionan nuestras ciudades.
La planificación urbana moldea los espacios de las ciudades, por lo que es clave para el desarrollo de ciudades resilientes. Su rol es esencial para hacer que las ciudades se conviertan en espacios inclusivos, seguros, respetuosos con el medio ambiente, económicamente vibrantes y culturalmente significativos.
Las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) surgen como una alternativa efectiva para fortalecer la resiliencia urbana ante los eventos climáticos extremos, a la vez que generan beneficios clave como la regulación de la temperatura, la mejora de la calidad del aire y el bienestar mental y físico de las personas, aportando al desarrollo urbano.
Para que estas soluciones sean sostenibles y respondan a las necesidades reales de los territorios, deben diseñarse considerando la participación ciudadana. Incluir a las comunidades en la toma de decisiones urbanas no solo fortalece la apropiación social de los espacios públicos, sino que permite desarrollar intervenciones más justas y efectivas.
Este artículo examina el contexto colombiano de planificación urbana frente al cambio climático y presenta la relevancia de las SbN como una de sus herramientas. A partir de experiencias concretas impulsadas por WRI Colombia y sus aliados, se comparten a continuación aprendizajes, desafíos y recomendaciones clave para avanzar hacia ciudades más resilientes, inclusivas y conectadas con la naturaleza.
Dinámicas de la planificación urbana en Colombia e impactos del cambio climático en las ciudades
Colombia es un país altamente urbanizado. Más del 80% de su población habita en zonas urbanas. El proceso de urbanización se desarrolló de manera acelerada, especialmente durante la segunda década del siglo XX. Uno de los factores que más influyó en este proceso fue la migración interna que se ha asentado, principalmente, en las periferias de las ciudades.
Los asentamientos urbanos informales se encuentran en posiciones más desfavorables frente a los impactos adversos del cambio climático, debido a su ubicación en zonas de alto riesgo, la precariedad de sus viviendas y el acceso limitado a servicios públicos. Dentro de las ciudades, los residentes más pobres podrían ser mayormente afectados por amenazas climáticas. Estas poblaciones no suelen contar con seguros para sus activos ni acceso a servicios sanitarios básicos, aumentando su vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático.
Esta situación toma especial relevancia en el contexto colombiano. El país es altamente vulnerable al cambio climático y todos sus municipios enfrentan riesgos asociados a fenómenos extremos. Solo un tercio de estos municipios posee capacidades de adaptación alta y muy alta. Se estima que, para 2040, el 59% de los municipios en el país tengan riesgos por cambio climático entre un nivel medio y muy alto.
A pesar del potencial de la naturaleza y, particularmente, de las SbN como herramienta de la planificación urbana, no ha habido una visión consolidada de su rol potencial en la planeación de las ciudades en Colombia. Sin embargo, el panorama está cambiando, pues ya se han incluido las SbN como parte de la planificación urbana local, dentro de planes de ordenamiento territorial (POT), planes de desarrollo municipal y proyectos de infraestructura verde. Algunos ejemplos de su inclusión en el país son:
Medida | Ejemplos de beneficios potenciales | Ejemplo de implementación |
---|---|---|
Renaturalización de quebradas urbanas |
| Plan Quebradas de Medellín |
Preservación y promoción de zonas de protección ambiental |
| Áreas Protegidas del Orden Distrital de Bogotá |
Corredores ecológicos y muros verdes |
| Corredores ecológicos de Medellín |
Agricultura urbana, jardines verticales y techos verdes |
| Huertas urbanas de Cali y techos verdes y jardines verticales de Bogotá |
Transformar la ciudad desde la participación y la naturaleza
Las SbN y la planificación urbana deben diseñarse con la participación activa de las comunidades, especialmente involucrando a las más vulnerables al cambio climático. Incluir sus voces desde el inicio permite responder mejor a sus necesidades, evitar nuevas inequidades y fortalecer la sostenibilidad de las intervenciones.
En este sentido, WRI Colombia, la Fundación Despacio y la Universidad EAFIT han implementado Vivo Mi Calle, un proyecto financiado por la Fundación Botnar, que promueve la cocreación de espacios públicos saludables y seguros para adolescentes, fortaleciendo su liderazgo y participación en decisiones urbanas.
Implementado en dos fases en Cali y Palmira entre 2019 y 2025, el proyecto dio lugar a cinco procesos de revitalización urbana en comunidades de bajos ingresos y consolidó una metodología participativa de cuatro fases centrada en liderazgo juvenil, urbanismo participativo, incidencia política y movilización comunitaria. Esta metodología, replicable en otras ciudades, busca empoderar a la juventud como agentes de cambio en la construcción de ciudades más justas y sostenibles.

Los procesos participativos desarrollados con Vivo Mi Calle lograron la formación del liderazgo de 70 adolescentes y la participación de más de 1200 personas en las activaciones para la revitalización del espacio público en Cali y Palmira. La experiencia dejó aprendizajes valiosos sobre cómo involucrar activamente a jóvenes y comunidades locales, a pesar de enfrentarse a desafíos relacionados con mantener una comunicación constante y un diálogo horizontal entre actores diversos y generaciones distintas involucradas en el proyecto.

Por otro lado, WRI Colombia, junto a ICLEI, el Instituto Humboldt y con financiación de UKPact, desarrolló el proyecto Nature-based Resilient Cities (NaBa) para fortalecer la resiliencia territorial en Colombia. El proyecto promovió la integración de la biodiversidad y el cambio climático en la planificación urbana y fortaleció las capacidades de seis ciudades, Pasto, Yopal, Pereira, Villavicencio, Montería y Bucaramanga, para diseñar e implementar medidas de adaptación climática. Como resultado, estas ciudades ahora cuentan con herramientas y metodologías para incorporar SbN y criterios de resiliencia en sus instrumentos de planificación urbana.
De manera similar, la iniciativa Cities4Forests, junto al con el Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible (IISD, por sus siglas en inglés) y la ciudad de Barranquilla, impulsó la implementación de SbN en la Ciénaga de Mallorquín con una participación activa de las comunidades locales, especialmente del barrio Las Flores y el corregimiento de La Playa. Con el apoyo de EPA Barranquilla Verde y la Universidad del Atlántico, se promovieron procesos participativos que evidenciaron los beneficios sociales y ambientales de la restauración.
Los resultados del análisis demostraron que la restauración de la Ciénaga beneficiaría a 17.206 habitantes locales y beneficiaría a cerca de dos millones de personas en el área metropolitana de Barranquilla, mediante mayor acceso a espacios verdes y reducción de riesgos por inundaciones y erosión.
La restauración de la Ciénaga de Mallorquín demuestra la importancia de reconocer e involucrar a las comunidades locales en la implementación de SbN. Contar con el apoyo comunitario permite que las soluciones se implementen con mayor eficacia, pues responden a los intereses y necesidades de la población local.
No obstante, el análisis detectó desafíos con respecto al financiamiento de las intervenciones. Debido a que la infraestructura verde del proyecto no cuenta con la capacidad de generar recursos suficientes por sí misma, se sugirió contemplar al ecoturismo y las donaciones como opciones para garantizar la viabilidad financiera del proyecto.
¿Qué considerar para diseñar soluciones participativas con componentes de SbN en las ciudades?
Las experiencias desarrolladas por WRI Colombia en conjunto con sus aliados muestran que la integración de la participación ciudadana y las SbN en la planificación urbana no solo es posible sino necesaria para construir ciudades más resilientes y equitativas. Sin embargo, estos procesos requieren una planeación cuidadosa que considere las dinámicas sociales y ambientales de cada territorio, así como los retos asociados a la sostenibilidad financiera y la gobernanza.
Con base en estas lecciones, es posible identificar elementos clave que deben ser tenidos en cuenta al momento de diseñar soluciones participativas con enfoque en SbN en las ciudades. Estos elementos se describen a continuación en términos de dimensiones:
1. Dimensión social
En algunas ocasiones, se han establecido condiciones que dificultan una participación ciudadana inclusiva en los procesos de decisión sobre cómo integrar la naturaleza en el entorno urbano. Experiencias como la de Vivo Mi Calle han demostrado la relevancia de comprender la interacción que hay incluso al interior de las comunidades. Por ejemplo, las voces e ideas de adolescentes y jóvenes no siempre son tenidas en cuenta a la hora de tomar decisiones incluso a nivel comunitario, por lo que es clave poder incorporar herramientas y estrategias que permitan el reconocimiento de las distintas voces que componen a las poblaciones que pueden verse impactadas por la planificación urbana.
Abrir espacios de participación requiere tiempo, especialmente cuando se trabaja con comunidades. Por lo tanto, es necesario construir lazos de confianza y espacios para la escucha, además de crear puentes entre el sector público y las comunidades, aunque esto implique que los procesos conllevan más tiempo en su ejecución. Igualmente, abre una oportunidad a que en escenarios como los del diseño de SbN para las ciudades se incorporen metodologías participativas como las de Vivo Mi Calle. Gracias a este tipo de instrumentos, se fomentan el urbanismo participativo, la incidencia, la movilización comunitaria y el liderazgo como herramientas para lograr la apropiación y sostenibilidad de las transformaciones necesarias para fortalecer la adaptación de las comunidades urbanas a la crisis climática.
2. Dimensión institucional y política
Uno de los retos en esta dimensión es la limitada articulación entre los distintos actores involucrados —académicos, técnicos, autoridades y ciudadanía— que, en muchos casos, trabajan de forma aislada con intereses y metas diferentes. En ocasiones no existen los mecanismos necesarios para que todos los grupos de la ciudadanía puedan interactuar con representantes de las administraciones públicas.
A esto se suma la fragmentación institucional, reflejada en la presencia de múltiples entidades con responsabilidades similares que no siempre actúan de manera coordinada en aspectos como el manejo de áreas verdes, el saneamiento, el agua, el espacio público y la gestión de residuos. Esta desconexión limita la implementación de enfoques integrales. Por lo tanto, se sugiere crear espacios de concertación que permitan generar articulación entre las autoridades y demás actores interesados en implementar SbN en entornos urbanos. Dicha articulación institucional también permite diseñar mecanismos de financiamiento que permitan el desarrollo de proyectos de SbN urbanos a lo largo del tiempo.
3. Dimensión técnica y territorial
Uno de los puntos más destacados de esta dimensión es la falta información local (a escala de barrio o micro territorio) suficiente para diseñar SbN efectivas y adaptadas al territorio que, además, deben ser soluciones resilientes frente a los fenómenos hidro climatológicos extremos cada vez más frecuentes. En este sentido, la identificación de los riesgos y vulnerabilidad climática en las ciudades es clave, así como tener diagnósticos de la oferta de naturaleza en las áreas urbanas y periurbanas.
Iniciativas como Vivo Mi Calle pueden fortalecer la construcción de visiones compartidas entre actores de las administraciones públicas y las comunidades sobre los retos territoriales y las oportunidades de solución, pues permiten generar información relevante para los contextos en donde hay oportunidades de implementar SbN para la mejora de la sostenibilidad urbana.
Conclusión
Frente a los crecientes impactos del cambio climático, las ciudades deben adoptar enfoques de planificación urbana que integren SbN con una mirada social, técnica e institucional. Estas soluciones tienen el potencial de reducir riesgos, mejorar la calidad de vida urbana y fortalecer la resiliencia territorial. Sin embargo, su implementación efectiva depende de procesos participativos que reconozcan las dinámicas locales, incorporen distintas voces ciudadanas y generen acuerdos duraderos entre comunidades, gobiernos y otros actores involucrados.
Los aprendizajes acumulados demuestran que diseñar soluciones urbanas sostenibles requiere más que infraestructura verde. Implica además construir confianza, promover el diálogo intergeneracional, superar la fragmentación institucional y asegurar mecanismos de financiación adecuados.
Avanzar hacia ciudades más equitativas, resilientes y adaptadas al cambio climático exige poner en el centro la participación activa de la ciudadanía, la articulación entre actores y la toma de decisiones informadas por el conocimiento del territorio.