
¿Cómo los buses eléctricos benefician el desarrollo sostenible de las ciudades? Lecciones y oportunidades desde las ciudades colombianas
Colombia enfrenta una crisis climática y de calidad del aire que provoca más de 8.000 muertes al año, principalmente por las emisiones del transporte terrestre. Para reducir estos impactos, varias ciudades están transformando sus sistemas de transporte público hacia buses eléctricos cero emisiones. Este blog explica los conceptos básicos, la normatividad y los beneficios ambientales, económicos y de sostenibilidad de esta transición.
Colombia enfrenta grandes retos de contaminación atmosférica, calidad del aire y emisiones de gases de efecto invernadero. En Colombia, la mala calidad del aire causó más de 8.000 muertes anuales con un costo aproximado de 12.2 billones de pesos, a nivel mundial se cobran 7 millones de muertes prematuras. De los municipios que cuentan con un sistema de monitoreo, el 76% registran niveles perjudiciales para la salud. Adicionalmente, en las ciudades el 78% de las emisiones de material particulado provienen de fuentes móviles como automóviles, camiones, buses y motos.
Ante esta realidad, la electrificación del transporte público es una de las medidas más relevantes para reducir significativamente las emisiones contaminantes y mejorar la calidad del aire. La transición hacia sistemas de buses eléctricos no solo disminuye la generación de material particulado y gases de efecto invernadero, sino que también contribuye a una movilidad más sostenible, resiliente y alineada con los compromisos ambientales del país.
Para que Colombia y sus ciudades cumplan la meta de Colombia de reducir un 51% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al 2030 y alcanzar la carbono neutralidad al 2050, es indispensable transformar los sistemas de transporte y avanzar hacia una movilidad con tecnologías de cero emisiones. Estas acciones, no sólo contribuirán a mitigar el calentamiento global mediante la reducción del GEI, sino también a disminuir la concentración de contaminantes criterio en entornos urbanos y a cumplir con las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC). Por ello, representan una prioridad tanto para el gobierno nacional, como para los gobiernos locales.
Las ciudades colombianas ya se encuentran en la tarea de transformar el transporte público, pero se han encontrado con barreras para su implementación como: desconocimiento de la tecnología, limitaciones técnicas en campo, esquemas de contratación rígidas, falta de financiación, limitaciones institucionales, falta de pilotos, crisis por la baja demanda producto de la pandemia y el aumento del parque de motocicletas. A continuación, se presentan algunas lecciones de ciudades colombianas que han iniciado la ruta hacia la descarbonización de sus sistemas de transporte y que podrán ser un punto de partida para los gobiernos interesados en promover proyectos de transporte público cero emisiones.
1. ¿Qué son y cómo funcionan los buses eléctricos a baterías?
Los buses eléctricos se definen como buses cuyo sistema de propulsión se basa en motores eléctricos, por lo que no dependen de motores de combustión que emiten contaminantes en el aire de las zonas por donde transitan. Aunque hay opciones con sistemas híbridos, en Colombia, la configuración más utilizada es la de buses eléctricos a batería, unidades que cuentan con una batería robusta que permite operar a lo largo del día, con recargas en momentos que no afectan la operación. La capacidad energética de la batería debe ser suficiente para suplir los requerimientos de la operación, aún con la proyección de su degradación.
A diferencia de los buses con motores de combustión interna que utilizan Diesel y gas natural, los buses eléctricos a batería requieren de un sistema de recarga robusto, con la capacidad de recargar la flota durante los periodos en los que no se encuentran operando. Estas recargas se planean para ser realizadas principalmente durante la noche, cuando la flota no está operando y las tarifas de la electricidad son más competitivas para los operadores, aunque también se pueden agregar recargas diurnas en periodos específicos en los que la operación lo permita. Con la infraestructura adecuada, un bus eléctrico estándar puede recargar en un periodo de 2 a 3 horas.

2. Estado actual de la electrificación del transporte público en Colombia
Colombia es un referente regional en la implementación de buses eléctricos, con un total de 1590 unidades en operación en Bogotá, Medellín y Cali. En América Latina, Chile lidera con 2.043 buses eléctricos en circulación. El éxito de ciudades como Bogotá se debe, en gran medida, a la existencia de sólidas políticas públicas a nivel nacional y distrital. No obstante, la implementación de buses eléctricos se ha centrado en las principales ciudades del país, donde se cuenta con mayores capacidades técnicas para estructurar y desarrollar proyectos de manera integral.
Políticas públicas: Eslabón estratégico para la formulación y ejecución de proyectos
En los proyectos de electromovilidad, las políticas públicas juegan un papel clave en la formulación de los proyectos de electromovilidad, ya que constituyen un respaldo normativo para su preparación, porque brindan definiciones y además definen los esquemas bajo los cuales el gobierno nacional puede apoyar estas iniciativas.

Adicional a las políticas públicas nacionales, las ciudades pueden impulsar sus proyectos de movilidad cero emisiones promoviendo políticas públicas a nivel subnacional. Por ejemplo, Bogotá ha formulado la Política pública de movilidad motorizada de cero y bajas emisiones que define la hoja de ruta de electromovilidad al año 2040 para promover la utilización de tecnologías de cero y bajas emisiones en todos los segmentos del transporte de Bogotá. La formulación de este tipo de instrumentos facilita la creación de sinergias con el sector privado, público, organizaciones no gubernamentales y la ciudadanía, de tal manera que se alineen alrededor de los planes de la ciudad.
“La formulación de políticas públicas a nivel subnacional han demostrado ser un factor decisivo a la hora de transformar el transporte público, por ejemplo, Bogotá cuenta con la Política pública de movilidad motorizada de cero y bajas emisiones que marca la ruta para la ciudad hasta el año 2040, durante el cual sustentará la implementación de proyectos de movilidad eléctrica y cero emisiones en la ciudad que transformará el transporte de la ciudad”.
3. Oportunidades para las ciudades que implementan flotas eléctricas
La implementación de los buses eléctricos trae beneficios a las ciudades, a los gobiernos, a los entornos en los que operan y en la ciudadanía. Entre los beneficios que trae la electromovilidad para las ciudades, se destacan los siguientes:
Disminución de la contaminación auditiva
Debido a la menor producción de ruido de motor y mayor confort gracias a la reducción de vibraciones. En Curitiba, Brasil, el equipo de WRI encontró que la ciudadanía se siente más cómoda en los buses ya que emiten menos ruido y no se sienten las vibraciones Adicionalmente, estudios en Chile han mostrado mejoras significativas de reducción de ruido en el interior de los buses: mientras un bus de combustión interna tradicional se registraron 79 decibeles, un bus eléctrico en el mismo recorrido registró sólo 58. En cuanto a la calidad de los entornos urbanos, , se estiman reducciones de hasta un 44% del ruido en las avenidas donde transitan buses eléctricos, lo que los hace más habitables. La disminución de ruido trae beneficios para la población y las personas conductoras, como la reducción del estrés, del insomnio, entre otras, lo cual deriva en la prevención de enfermedades. Menor ruido también reduce la afectación en la fauna local.
Los buses eléctricos son más silenciosos que los buses convencionales, por lo que los entornos por los que circulan serán más silenciosos y atractivos para los ciudadanos.
La operación de los buses eléctricos es más económica que la de los buses a combustión interna.
Aunque el costo de adquisición de un bus eléctrico es significativamente más alto que el de uno de combustión interna, sus costos de operación y mantenimiento son considerablemente menores. Al evaluar los costos a lo largo de su vida útil, el valor total de un bus eléctrico es menor que el de una unidad similar a combustión interna. Por ello, al analizar alternativas tecnológicas, se recomienda evaluar el Costo Total de Propiedad (TCO), que integra los costos de compra, financiación, operación y mantenimiento durante toda la vida útil del vehículo, estimado en15 años en el contexto colombiano.
Los principales ahorros operativos de los buses eléctricos se dan por el menor costo de la energía utilizada y por el mantenimiento. Los motores eléctricos son más eficientes en el uso de la energía que los motores de combustión interna que generan calor, ruido y vibraciones. Además, los buses eléctricos tienen la capacidad de recuperar energía durante la desaceleración, por ejemplo, al acercarse a una parada o a una intersección, convirtiendo la energía cinética del movimiento en energía eléctrica. Aunque la cantidad de energía que se puede recuperar varía de acuerdo a las condiciones topográficas, operacionales y de tráfico, se estima que un bus puede recuperar aproximadamente el 20% de su energía por medio de la regeneración.
Por otro lado, el costo de la electricidad es más competitivo que el de los combustibles fósiles. Recorrer 1 kilómetro en un bus eléctrico puede ser hasta un 30% más económico que hacerlo en un bus con tecnología de combustión interna. A esto se suman los riesgos asociados al aumento de precios de los combustibles, como el desmonte del subsidio del Diesel, y el aumento del precio del gas debido a la disminución de la oferta local y a la necesidad de importaciones para suplir la demanda interna.
El mantenimiento de los buses eléctricos es más económico que el de las unidades de combustión interna. Esto se debe, en primer lugar, a que la complejidad mecánica de un bus eléctrico es mucho menor que uno de combustión interna, lo que hace que su mantenimiento y reparación sea mucho más sencilla, y, por lo tanto, más económica. En segundo lugar, los motores eléctricos están ubicados más cerca de las ruedas, lo que elimina la necesidad de componentes como cajas de transmisión, diferenciales y ejes. Como resultado, desaparecen también los costos asociados a su mantenimiento y lubricación.
Los resultados prácticos del costo total de propiedad ya se están experimentando en las ciudades con grandes implementaciones de buses eléctricos, por ejemplo, en el sistema Transmilenio, se estima que el Costo Total de Propiedad de la flota de buses eléctricos es aproximadamente un 12% menor en comparación con los buses de combustión interna.
Los buses eléctricos reducen la exposición a contaminantes y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Se estima que a lo largo de su vida, un bus eléctrico emita entre un 69% y un 84% menos emisiones que un bus similar a combustión interna. En Bogotá, se estima que la entrada en operación de los buses eléctricos evita la emisión de hasta 41 toneladas de CO2 y 16 Kilogramos de material particulado por bus al año. Estas emisiones que se han dejado de emitir al ambiente contribuyen a las metas climáticas de Colombia y reducen la concentración de contaminantes en entornos urbanos, usualmente densamente habitados.
Los proyectos de movilidad eléctrica tienen el potencial de crear sinergias con el sector energético, promoviendo la generación de energía renovable y contribuyendo a la progresiva reducción de la dependencia de combustibles fósiles. Por ejemplo, en Madrid, España, la Empresa Municipal de Transportes (EMT) está implementando patios de buses eléctricos que usan paneles fotovoltaicos para alimentar los electrolizadores y así alimentar los buses a hidrógeno de su flota.
Imagen y aceptación de la ciudadanía
Finalmente, la implementación de sistemas de buses eléctricos mejora la imagen de las ciudades, ya que se muestra como un compromiso del gobierno en disminuir la contaminación, en pro de la calidad del aire y a favor del transporte sostenible. La ciudadanía considera importante utilizar medios de transporte de calidad, amigables con el medio ambiente, y en algunos casos ven positivamente el uso de buses eléctricos en la ciudad, por lo que es muy importante implementar actividades de socialización de los beneficios a transportadores, servidores públicos y a la ciudadanía en general.
4. ¿Cómo tomar acción desde las ciudades para promover proyectos de electromovilidad?
La transición hacia la electromovilidad es una tarea que no depende únicamente del gobierno, sino que se potencializa al trabajar de manera articulada con distintos actores. En este sentido, los gobiernos locales pueden desempeñar un papel clave mediante la implementación de acciones como: formalizar su compromiso con la movilidad eléctrica por medio de políticas públicas que permitan atraer actores clave; fomentar el relacionamiento con el gobierno nacional para acceder a fondos que faciliten la implementación de proyectos; promover el intercambio de experiencias con las ciudades que ya han avanzado en el proceso y lanzar campañas de socialización y sensibilización dirigidas a la ciudadanía. Así mismo, es fundamental involucrar a las empresas de energía local para conocer su interés y capacidad de participar activamente en los proyectos.
El rol de los operadores también es determinante. Su participación desde las etapas iniciales del proceso es clave, así como su involucramiento en capacitaciones sobre las diferencias en la operación, sobre las características de la tecnología y la formación a los conductores sobre conducción eficiente de vehículos eléctricos.
Por último, la sociedad civil puede desempeñar un papel actuvo impulsando la creación de políticas públicas que fomenten la electromovilidad, el uso de transporte público y alternativas de movilidad más eficientes y seguras.
5. Un llamado a la acción por un transporte limpio
En un contexto de crisis climática y urgencia por garantizar el derecho a un ambiente sano, la transformación del transporte público hacia tecnologías de cero emisiones se presenta como una acción inaplazable. Los buses eléctricos ofrecen una solución concreta y efectiva que no solo contribuye a la reducción de gases de efecto invernadero y contaminantes locales, sino que también mejora la calidad de vida en las ciudades al reducir el ruido, ofrecer mayor confort y promover una movilidad más limpia, moderna e incluyente.
La experiencia de ciudades colombianas demuestra que la implementación de flotas eléctricas es posible y beneficiosa cuando se cuenta con voluntad política, marcos normativos claros y articulación entre actores públicos, privados y sociales. Más allá de los beneficios ambientales, los análisis basados en el costo total de propiedad evidencian también ventajas económicas en el mediano y largo plazo.
Para acelerar esta transición, es clave que las ciudades fortalezcan sus capacidades técnicas e institucionales, promuevan el diálogo con el gobierno nacional, generen alianzas estratégicas y fomenten la participación de operadores, empresas del sector energético y la sociedad civil. La electromovilidad no es solo una meta tecnológica: es una oportunidad para transformar el modelo de transporte urbano en uno más sostenible, equitativo y resiliente.